En una valla gigante desgastada por la lluvia y el sol del Caribe, se lee en letras blancas: “Preferimos aferrarnos a la esperanza”. El letrero, ubicado en Boyeros, una de las principales vías de La Habana, quizá recoge el sentimiento que embarga por estos días a miles de cubanos: esperanza, expectativa, inquietud, ilusión. Algo está por pasar, y en la calle, el cubano lo siente, lo anhela, lo espera.
Héctor Suárez espera por el futuro. De camisa blanca impecable, jeans y zapatos meticulosamente lustrados, el habanero de 31 años lo resume en tres palabras: “Queremos el futuro”.
“Queremos wifi, la tecnología…eso nosotros no lo conocemos”. “Necesitamos trabajo, un futuro. Estamos apostando a que vengan turistas 'americanos”, agrega. ¿ Y qué significa para ustedes lo que va a pasar el lunes (hoy)?, le pregunto. “Eso para nosotros es muy importante..Cuba iza la bandera en Estados Unidos y ellos la izan aquí en La Habana después de 54 años”, contesta.
Continúa: “Esta es otra generación, no somos nuestros padres, pensamos distinto, queremos otras cosas”. Marta Camargo, morena, de risa fácil y voz vibrante, tiene una mirada más aguda. Si bien dice que se han dado grandes pasos en el restablecimiento de las relaciones de su país y Estados Unidos, es consciente de que aún falta “mucha tela por cortar”. “Paso a paso, eso va a demorar, los cambios no se van a ver enseguida, primero tienen que quitar el bloqueo y devolvernos Guantánamo, estamos contentos…pero esto no es tan fácil”.
Cuenta esto mientras echa un vistazo a la televisión que a esa hora transmitía un episodio clave de los juegos Panamericanos en Toronto, Canadá. Cuba y EU libran otro duelo, pero esta vez en el deporte. “Se dejó ganar, se dejó ganar, los americanos se montaron”, grita frustrada justo cuando Estados Unidos logra una carrera que aleja a Cuba de alcanzar “la victoria”, esta vez, en un partido de béisbol. Al final el mano a mano concluyó así: Cuba: 5 y EU: 6.
“Socialismo o muerte”, dice en un mural. No sé si Héctor Suárez esté de acuerdo con ese pregón. “Somos otros, pensamos muy distinto a nuestros padres, queremos que vengan las oportunidades”, lo dice otra vez.
Pero a muchos kilómetros de allí, en un recinto cerrado, sí se vivía la revolución. Se inauguraba el X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Allí estaba Raúl Castro, el mandatario de la isla. O el general del ejército, Raúl Castro Ruz, primer secretario del comité central del partido comunista, como le dicen sus seguidores siguiendo las normas del protocolo de la revolución. O simplemente Raúl, como le dice el cubano de a pie.
Los jóvenes socialistas se congregaron para hablar de cómo hacer frente a las nuevas realidades tecnológicas, del empleo y para reflexionar sobre la ubicación laboral y la implementación de la política económica del partido y de la revolución. De paso, homenajearon a los cinco hombres que fueron liberados por EU en diciembre pasado, como parte de los acuerdos para activar sus relaciones.
“Los cinco héroes”, como les llaman en casa. Uno de ellos, Gerardo Hernández, eufórico, se refirió al tema del momento. “Vamos a tener relaciones diplomáticas con Estados Unidos sin haber cedido ni ápice de nuestros principios. La historia demuestra que manteniéndose fiel a nuestros valores la victoria llega”. Coincidencialmente, usó una metáfora ligada al béisbol para opinar sobre los tiempos que le avecinan a la isla: “Ahora estamos inmersos en un proceso que debió incurrir hace mucho tiempo y no faltarán quienes intenten destruirnos por medio de otras vías, van a querer poncharnos de todos modos, pero tenemos que tener el bate preparado”.
En los barrios de La Habana, el mítico Radio Reloj avisa la hora cada minuto, y las voces graves de un hombre y una mujer empiezan a emitir noticias. Un minuto, una noticia. “Cuba izará su bandera en la embajada cubana en Washington..”, Radio Reloj. “[Rafael] Correa insta a no participar en el paro anunciado…”. Radio Reloj. La Habana calurosa y coqueta acoge a sus hijos y huéspedes. Federico, en su Pontiac de 1950 acomoda a varios “pasajes”, clientes, usuarios. “¿Que qué opino de la apertura de las embajadas?”, se pregunta el conductor cuando le consulto sobre el tema.
“Bueno, esperamos que todo sea para bien”, dice. “Cambios, cambios, realmente no se han visto…aunque sí, ahora hay más turistas”, añade. Y remata diciendo: “Lo último que se pierde es la esperanza”.
Néstor se monta en el Pontiac. Como buen cubano, alegre, conversador, jovial, se une a la conversación. “Esto no es solo por el turismo. El turismo es uno de los beneficios. Se trata de la reconstrucción de la relación entre dos países después de 54 años. Esto es muy grande”, explica.
Es que si algo tiene el cubano, y aunque suene contradictorio por la situación particular de la isla, es que está bien informado. Conoce su historia. La recita, la respeta. “Primero tiene que venir el fin del bloqueo, que es lo que nos ha estado asfixiando”, dice. Entonces le consulto: ¿Y Guantánamo? “Mire, eso pa' el cubano de la calle es irrelevante, eso es un pedacito ahí que no nos sirve pa' na”, concluye.
La hasta ayer oficina de intereses comerciales de Estados Unidos en Cuba, y desde hoy embajada, está ubicada en un lugar estratégico del malecón habanero. Se trata de un edificio que se distingue de las demás construcciones del área, porque tiene la mezcla de vidrio y cemento que nunca faltan en las construcciones de la diplomacia estadounidense.
Al frente, una bandera de Cuba se mece con el vaivén de la brisa veraniega que se instala por estos días en esta parte del Caribe. Cuenta un lugareño que la bandera llegó allí para ocultar las noticias que emitía un aparato digital que la oficina estadounidense puso en su área. “La pusieron [la bandera] para que los cubanos no viéramos las noticias”. ¿Y qué tipo de noticias eran?, consulto. “Si había pasado un terremoto en algún país, de economía, de cultura, de todo”.
No se sabe si a partir de hoy, lunes, la bandera cubana seguirá allí, pero lo que sí es un hecho es que este 20 de julio, la bandera estadounidense se izará en suelo cubano. No habrá un acto de gran perfil, como el que se dará en EU. Será algo discreto, sin ruido.
El gran evento se desarrollará cuando el secretario de Estado de EU, John Kerry, venga a la isla. No hay una fecha definida. Sin embargo, Kerry recibirá hoy a Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba.
Es el segundo encuentro más importante entre autoridades de ambas naciones, luego del histórico encuentro en Panamá entre Castro y Barack Obama, presidente de EU. “La cita de Rodríguez y Kerry será mucho más que un apretón de manos y una foto”, dijo recientemente el portavoz estadounidense John Kirby.
Es lo mismo que piden los cubanos, que la tan publicitada nueva relación entre ambos países no se quede en saludos y fotos. Quieren ver acciones concretas. De esto depende su futuro. Por ahora.