La presidenta brasileña Dilma Rousseff encabezó una reunión de emergencia con sus principales ministros para analizar el impacto político de las multitudinarias protestas realizadas este domingo 13 de marzo en todo el país, que exigieron su salida del gobierno y repudiaron al exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Rousseff mantuvo un encuentro con ministros en el Palacio del Alvorada, residencia oficial de Brasilia, luego de las marchas que reunieron más de 3 millones de personas, según los cálculos de las policías estaduales, la mayor de ellas en San Pablo.
Según la Policía Militarizada paulista hubo 1.4 millones de inconformes en la avenida Paulista, mientras Datafolha contabilizó 450 mil asistentes, cifra que según esa encuestadora es la más alta desde 1984.
Rousseff analizó el impacto político de las marchas, que se realizaron en los 27 estados de la Unión, junto al jefe de gabinete Jaques Wagner, el ministro de Hacienda Nelson Barbosa, el abogado general de la Unión José Eduardo Cardoso y otros funcionarios.
El encuentro se prolongó hasta altas horas de la noche del domingo, pero poco antes de iniciarse, la presidencia divulgó un comunicado en el que aseveró que “la libertad de manifestación es propia de la democracia y debe ser respetada por todos”. “El carácter pacífico de las ocurridas este domingo demuestra la madurez de un país que sabe convivir con opiniones divergentes y garantizar el cumplimiento de las leyes”, señaló el comunicado de la presidencia.
“Las protestas no nos sacan el sueño, o mejor dicho, nos pueden sacar el sueño pero tenemos que seguir adelante”, declaró José Guimaraes, jefe del bloque del gobierno en la Cámara de Diputados.