Isaías Rodríguez era, desde 2011, el embajador de Venezuela en Italia. A principios de esta semana presentó su dimisión a Nicolás Maduro en una carta, que no dudó en hacer pública y en la que se autocompadece aludiendo estrecheces económicas y otras miserias que atribuye al bloqueo de los “gringos”.
“Me voy [del cargo] sin rencores y sin dinero. Mi esposa acaba de vender las prendas que le regaló su exesposo, para poder mantenernos frente al bloqueo norteamericano. Estoy intentando traspasar el vehículo que compré al llegar a la embajada y, como usted sabe, no tengo cuenta bancaria, porque los gringos me sancionaron y la banca italiana me echó de su lonja”, dice en la misiva, que puede leerse como la epopeya gráfica de la salvaje crisis que asola a su país.
El diplomático, de 77 años, también señala razones de salud para plantar a Maduro, pero las penurias salariales son la principal causa. “Estoy sin dinero”, remacha sin rodeos. Aunque dice que le resta intacta “la fe absoluta en el chavismo”, apostilla haber visto “demasiado marketing” en el séquito que rodeó a Chávez y ahora a Maduro.
El exembajador aprovecha el texto para describir la situación de impagos que vive la legación económica. Señala que no ha podido pagar el salario del personal de la embajada, ni siquiera el alquiler. Según sus cálculos, las deudas de la embajada con las autoridades italianas suman “casi 9 millones de euros”.
Los años de Rodríguez al frente de la representación venezolana en Italia se destacaron por su defensa hasta el ridículo del chavismo y la negación rotunda de la crisis humanitaria. “¡Vergüenza!”, le increparon en un convenio organizado por el Congreso de los diputados en Roma cuando lució -una vez más- su postura oficialista de negación del empobrecimiento en Venezuela.