Pocas cosas le han salido bien al atormentado presidente de México, Enrique Peña Nieto, desde que el viernes envió un tuit afirmando que sus máximas fuerzas de seguridad habían recapturado al capo de la droga más buscado del mundo.
En lugar de funcionar como el indispensable empujón que parecía ser, el episodio se deterioró hasta convertirse en otra posible vergüenza para el presidente, cuya popularidad se ha visto afectada por una sucesión de escándalos y una economía vacilante.
El sábado, apenas horas después del tiroteo que llevó al arresto de Joaquín El Chapo Guzmán, el actor Sean Penn dijo que había entrevistado unos meses antes en secreto al capo en las montañas del norte de México, una revelación que desató críticas sobre el manejo de la persecución por parte del Gobierno y planteó dudas sobre la posibilidad de importantes fugas de información de inteligencia.
Luego, funcionarios gubernamentales indicaron que piensan extraditar a Guzmán a Estados Unidos, una medida que, si bien reduce el riesgo de que escape por una tercera vez, también va en contra de sus promesas anteriores de mantenerlo en México por una cuestión de soberanía nacional.
En esa decisión está implícita la duda de que consigan mantenerlo, dice Andrew Selee, vicepresidente ejecutivo del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson.
“Esto no es ‘misión cumplida”, dijo Vanda Felbab-Brown, investigadora sénior del Instituto Brookings en Washington, citando las palabras que había utilizado Peña Nieto al anunciar la noticia el viernes. “Es apenas una astilla de los enormes problemas de violencia criminal en México”.
Más de 150 mil personas han sido asesinadas en México desde que el país inició su guerra contra los carteles de la droga en diciembre de 2006, y unas 26 mil han desaparecido, según Naciones Unidas.
El encuentro de Penn con Guzmán en octubre representa un “problema importante”, dijo Felbab-Brown, si México se enteró de que había tenido lugar después de arribado el actor.
Los funcionarios de seguridad han dicho a los medios que el encuentro los ayudó a llegar hasta una zona rural del estado de Durango en octubre, donde atacaron a Guzmán sin poder capturarlo. No quedó claro si sabían del encuentro de antemano.
