Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) empezarán a entregar sus armas a delegados de las Naciones Unidas el 1 de marzo, anunció el martes el responsable de verificar la dejación del armamento como parte del proceso de paz en la nación andina.
El jefe del comando de verificación, el general Javier Florez, dijo en rueda de prensa que en los próximos días también entregarán a los representantes de la ONU las coordenadas de los lugares donde hay armamento "inestable" oculto como minas, explosivos y granadas, las cuales se destruirán en el mismo lugar.
El jefe militar anunció que el proceso de entrega de armas físicas -fusiles y pistolas- incluye tres etapas: a partir del 1 de marzo las FARC entregarán un 30%; desde el 1 de mayo, otro porcentaje similar y durante junio el 40% restante.
Añadió que les reportaron que el sábado llegaron a las zonas especiales designadas los últimos hombres armados de las FARC. Ahora, dijo, hay 7 mil guerrilleros en esos lugares.
El Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, dijo en la misma rueda de prensa que ahora se trabajará para que los guerrilleros se preparen para su reincorporación a la vida civil como se acordó en el pacto de paz entre las FARC y el gobierno colombiano.
Junto con el desarme los rebeldes deberán iniciar un proceso para obtener su cédula de identidad.
"Lo que queremos es que todo este proceso se surta de una manera muy rápida", dijo Jaramillo.
El comisionado añadió que este viernes las FARC "nos entregarían una lista de menores y se habló de un inicio de por lo menos 50 probablemente o alrededor de 100 o más".
En la víspera el presidente Juan Manuel Santos visitó una de las 26 zonas donde la guerrilla dejará las armas en los próximos meses.
"Comienzan a aplicarse todos los protocolos del cese al fuego definitivo y de la dejación de armas", dijo Santos desde la población La Carmelita, en el departamento de Putumayo, en el sur del país.
La ONU, que lidera la verificación de alto el fuego entre la guerrilla y el ejército, criticó el fin de semana la lentitud con la que avanza la construcción de la infraestructura de estas zonas de desarme.