El papa Francisco invocó la paz y la seguridad en un mundo “azotado por vientos de guerra” y con un modelo de desarrollo “caduco”, durante el tradicional mensaje de Navidad en el que también recordó a los niños cuya infancia “fue robada”.
El pontífice aprovechó su mensaje de Navidad para recordar la violencia que se vive en el mundo al hacer un repaso de las zonas geográficas que están siendo golpeadas por algún tipo de conflicto violento como Tierra Santa, Siria, Irak, Yemen, Burundi, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Ucrania, Myanmar, Bangladesh, la península coreana o Venezuela.
Asomado al balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición "Urbi et Orbi" (A la ciudad y al mundo) –que solo es impartida por el papa el día de su elección, en Navidad y en Semana Santa– evidenció su confianza para que en Venezuela “se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales, por el bien de todo el querido pueblo venezolano”.
También pidió el fin de la guerra en Siria y recordó la situación en Irak “que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años”, pero también en Yemen “donde existe un conflicto en gran parte olvidado, con graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades”.
El papa Francisco hizo un balance de 2017, como es habitual, y lamentó el aumento de las tensiones entre israelíes y palestinos.

Así, pidió oraciones para que se reanude “el diálogo” mientras que se mostró favorable a alcanzar “una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional”.
En su análisis de la situación geopolítica también se detuvo en el continente africano, donde condenó la situación de los niños que sufren “en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria”.
Asimismo, pidió oraciones “para que en la península coreana se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo”. De otro lado, hizo mención de su viaje a Myanmar y Bangladesh y reclamó a la comunidad internacional que “no deje de trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías que habitan en la región”.
En el mensaje a la ciudad y al mundo, el pontífice centró parte de su mensaje en los niños del mundo que sufren algún tipo de lacra como los que son “obligados a trabajar desde una edad temprana o alistados como soldados mercenarios sin escrúpulos”.
También aquellos “cuyos padres no tienen trabajo y con gran esfuerzo intentan ofrecer a sus hijos un futuro seguro y pacífico”. Se detuvo en otro momento en la situación de tantos niños “obligados a abandonar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, siendo fácil presa para los traficantes de personas”.
“En sus ojos vemos el drama de tantos emigrantes forzosos que arriesgan incluso sus vidas para emprender viajes agotadores que muchas veces terminan en una tragedia”, consideró.
Finalmente especificó: “Vemos a Jesús en todos los niños de aquellas zonas del mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y de los nuevos conflictos”.

