Los indígenas lencas que eran liderados por Berta Cáceres, la ambientalista asesinada el jueves en el oeste de Honduras, anunciaron este domingo que continuarán la lucha en defensa del río Gualcarque, por el que creen que ella dio su vida al oponerse a hidroeléctricas.
"Nosotros vamos a seguir en la lucha, porque no queremos que nos quiten el agua" del río, afirmó a AFP María Mercedes Gómez, de 61 años, quien acompañó en las protestas contra las hidroeléctricas a la asesinada coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh).
Cáceres fue asesinada a tiros la madrugada del 3 de marzo por al menos dos encapuchados que entraron a su vivienda en La Esperanza, a unos 200 km al noroeste de Tegucigalpa, pese a recibir medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
María Mercedes relató que, desde que llegó a la zona en 2013, Cáceres convocaba a los indígenas y vecinos de la comunidad de Agua Zarca, departamento de Santa Bárbara, a manifestarse contra la construcción de represas.
Dijo que las primeras protestas fueron contra una compañía china que terminó desistiendo del proyecto a causa de las protestas pero más recientemente llegó una de capital hondureño DESA (Desarrollos Eléctricos Sociedad Anónima).
Indicó que la movilización fue porque DESA está desviando el cauce del río con tractores y "tenemos que seguir (protestando), organizarnos más allá e ir" a defenderlo, a pesar del asesinato de la dirigente.
Estimó que unas 700 familias se han sumado a la protesta y otra indígena, Francisca García, de 39 años, lamentó que algunos de los habitantes "están a favor de la compañía".
María Mercedes señaló que las personas que están a favor del proyecto es porque vendieron la tierra o recibieron dinero de la compañía y apoyan a los militares, policías y guardias desplegados por la empresa y el gobierno.
La ambientalista fue sepultada el sábado en medio de la indignación de más de 10 mil personas, procedentes de diferentes zonas de Honduras, incluso extranjeros que trabajan como voluntarios en Honduras.
"Berta vive, la lucha sigue", fue el grito de guerra de los presentes.
"Tu sacrificio en la lucha nos enseñó el camino", decía una pancarta. "Continuar la lucha fue una petición de ella y hay que seguirla", afirmó a la AFP Gustavo, un hermano que fue el primero en ir a reconocer el cuerpo.
"¿Nos comprometemos a luchar para que desaparezca DESA? ¿Nos comprometemos a seguir con firmeza la causa por la que Berta dio la vida?, preguntó a la multitud, durante un oficio religioso antes del entierro, el sacerdote jesuita Ismael Moreno y todos contestaron que sí.
Las autoridades hondureñas tienen como único testigo del crimen a un mexicano, Gustavo Castro Soto, perteneciente a la organización Amigos de la Tierra México y otras agrupaciones, a quien los encapuchados hirieron en un brazo y una bala le rozó la mejilla, pero logró sobrevivir al fingir estar muerto.