Combatientes del grupo Estado Islámico contraatacaron durante los últimos dos días después de una larga ofensiva por parte de fuerzas iraquíes en la ciudad de Mosul, un bastión insurgente, aprovechando un clima nuboso que dificultó las operaciones de apoyo de Estados Unidos y dejo en evidencia la fragilidad de los avances militares.
En una serie de ataques desde el viernes, combatientes yihadistas lucharon contra tropas de elite de Irak y se enfrentaron con fuerzas de seguridad en el sur y oeste de Mosul.
El domingo, dos militantes intentaron atacar barracas militares en el oeste de la provincia de Anbar.
Fuentes de la policía y el ejército dijeron que los atacantes fueron reducidos antes de llegar a la base militar.
Funcionarios iraquíes dijeron que continúan ganando terreno a los insurgentes que aún controlan cerca de tres cuartos de la ciudad en la que Estado Islámico mantiene su mayor bastión urbano en Irak.
Una fuente militar dijo que los insurgentes habían recuperado posiciones, pero predijo que las ganancias durarían poco.
"Nos retiramos para evitar pérdidas civiles y luego recuperar el control. Ellos no pueden mantener el territorio por mucho tiempo", dijo la fuente.
Sin embargo, la resistencia apunta a que la campaña militar probablemente se extenderá hacia el próximo año, especialmente en los esfuerzos por recapturar una ciudad en la que los yihadistas se han mezclado con la población civil y utilizan una serie de túneles para lanzar sus ataques.

