Decenas de personas estaban sepultadas bajo los escombros este sábado tras un nuevo terremoto en el suroeste de Japón que dejó al menos 23 muertos, lo que eleva a 32 el balance de víctimas mortales desde el sismo de la noche del jueves. La región de Kumamoto, en la isla de Kyushu, fue golpeada en las últimas 48 horas por una serie de terremotos y réplicas que provocaron cuantiosos daños, incendios y corrimientos de tierra. Una gigantesca corriente de lodo y piedras se llevó por delante casas, cortó una autopista y dejó aislado del resto del mundo a un millar de habitantes en Minami-Aso, una zona montañosa de la isla.
“El balance total aumentó a 32 muertos”, declaró a la AFP Yumika Kami, portavoz de la prefectura de Kumamoto.
Entre ellos, dos estudiantes que quedaron atrapados con otra decena de jóvenes en una residencia universitaria cercana.
Alrededor de un millar de personas resultaron heridas, 184 de ellas de gravedad, según las autoridades locales.
“La prioridad es salvar vidas. Debemos actuar rápidamente”, dijo el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien canceló su visita a la zona y convocó una reunión de crisis. “Está previsto que el clima se deteriore (...) por lo que tememos deslizamientos y otros desastres”, advirtió.
El gobierno envió 20 mil hombres de refuerzo a la zona del siniestro. La agencia meteorológica japonesa, que prevé fuertes lluvias durante el fin de semana, advirtió de la posibilidad de que se registren nuevos corrimientos de tierras en un suelo fragilizado por los sismos.
La localidad de Misato aconsejó a unos 10 mil residentes que evacuaran la zona por precaución, según la cadena de televisión NHK. Más de 65 mil habitantes que se quedaron sin casa encontraron refugio en albergues, mientras que decenas de miles de hogares seguían sin agua, electricidad y gas.
“No tengo nada que comer, nada que beber, no sé qué hacer”, declaró Tomoko Goto, de 67 años. Un hospital de Kumamato tuvo que ser evacuado durante la noche, y el aeropuerto fue cerrado.