José Luis Lacunza llegó puntual a su primer consistorio. Se le distinguía del resto porque su solideo es todavía color violeta. “El Papa nos ha invitado al consistorio también a los que solo somos, de momento, cardenales elegidos”, comentaba sonriendo el otro día en una entrevista con La Prensa.
Una vez sentados en el Aula Nueva del Sínodo, una gran sala dispuesta para las reuniones cardenalicias, el Papa pidió a los 165 purpurados presentes en la reunión “trasparencia” y “determinación” para acometer la reforma de la Curia Romana.
“Escucharemos vuestras propuestas relativas a la adaptación de la Pastor Bonus (la constitución apostólica vigente) a la exigencia de los tiempos. Cosas nuevas y cosas antiguas; todo sea para la mayor gloria de Dios”, les dijo y los invitó a intervenir en las sesiones.
El objetivo de estas reuniones es explicar al colegio cardenalicio el proceso de simplificación que sufrirá la Curia Romana, desacreditada tras varios escándalos e intrigas de poder, después de que Francisco se decidiera a emprender una revolución hacia una “Iglesia pobre y de los pobres”.
El consejo de nueve purpurados, que aconseja al pontífice argentino en la reforma de la jerarquía eclesiástica vaticana, ha propuesto, entre otras cosas, agrupar los 12 Consejos Pontificios que existen en la actualidad en solo dos órganos, para agilizar la burocracia de la Santa Sede.
También ha sido la primera vez, desde que llegó a Roma, que Lacunza ha podido saludar y charlar con el Papa. A pesar de ser vecinos en la residencia de Casa Santa Marta, no habían tenido oportunidad de conversar hasta ayer.
Tras el saludo del cardenal decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, los purpurados escucharon la síntesis del proceso revolucionario que durante ocho sesiones han ido perfilando el grupo de los elegidos por el Papa, coordinados por el cardenal hondureño y amigo personal de Lacunza, Óscar Rodríguez Maradiaga.
El secretario de este grupo –llamado G9 Vaticano– y obispo de Albano (Italia), Marcello Semeraro, ha expuesto las líneas guía de la reestructuración de la enferma Curia Romana.
Estas sesiones de trabajo son a puerta cerrada, sin cámaras ni periodistas. El portavoz oficial del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, ofrece a su término un resumen filtrado y poco informativo sobre lo que ha sucedido dentro del Aula del Sínodo.
Así, comentó que hasta ahora han intervenido 12 cardenales –sin especificar cuáles–, quienes reflexionaron sobre varios temas como la necesaria formación y capacitación del personal de los dicasterios; el peso de la Secretaría de Estado o la necesidad de mejorar la comunicación del Vaticano con el resto de organismos eclesiales del mundo. El resto solo es conocido por los que estaban presentes.
Los 165 cardenales vuelven hoy a atravesar con prisa la explanada, donde decenas de periodistas les esperan de nuevo para sacarles alguna palabra. El horario de reuniones cardenalicias es de 10:00 a.m. a 12:00 mediodía, y de 5:30 p.m. a 6:30 p.m.
Lacunza vive estos dos días en un ir y venir de la residencia Santa Marta al Aula del Sínodo y de allí al restaurante hasta el sábado, cuando el papa Francisco le impondrá el birrete y el anillo cardenalicio y se convertirá en el primer cardenal de Panamá.