Pocos segundos después de que el papa Francisco anunciara que la próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) será Panamá en 2019, cientos de jóvenes panameños estallaron de alegría y escenificaron un mar de fiesta ondeando las banderas del país. En las primeras filas del Campus Misericordia –el espacio habilitado a las afueras de Cracovia, Polonia, donde Francisco ofició la misa de clausura– estaban sentados el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela y la vicepresidenta, Isabel de Saint de Malo de Alvarado.Tras el anuncio, Varela y su esposa subieron al estrado para estrechar la mano del pontífice argentino y agradecerle que haya elegido al país para ser anfitrión de este evento multitudinario. "El pueblo de Panamá se siente orgulloso de que el Santo Padre haya reconocido a nuestro país, cuyos valores de paz, diálogo y convivencia son similares a los que porta la JMJ", comentó el mandatario panameño, quien está en Cracovia desde el miércoles 27. Varela reconoció que "se trata de un evento de múltiples implicaciones para el país" y destacó la disponibilidad del Gobierno panameño en respaldar a la Arquidiócesis de Panamá "en lo que considere necesario". "La JMJ es un poderoso llamado a los jóvenes para la construcción de un mundo mejor", añadió.
Pdte. @JC_Varela: El Pueblo panameño acoge orgulloso la JMJ en 2019. https://t.co/YGAT1wiqY8 pic.twitter.com/SkfjjKGIbt
IMPLICACIONES LOGÍSTICAS
Las jornadas mundiales de la juventud son eventos de grandes proporciones, en las que participan de 1.5 millones a 4 millones de personas, cuyo desarrollo requiere una compleja organización previa que debe dotar a la ciudad anfitriona de todos los recursos logísticos necesarios para el multitudinario acontecimiento.
La actual JMJ que se ha desarrollado en Cracovia del 26 al 31 del mes de julio es un ejemplo de los servicios que deberá ofrecer la ciudad de Panamá en 2019. Uno de los principales desafíos a los que se ha enfrentado la ciudad polaca son los servicios de transporte para que los peregrinos puedan desplazarse sin problemas.
Según informaron los organizadores, se incrementaron notablemente tanto la frecuencia como el número de transporte urbano: un total de 580 autobuses y 250 tranvías transportaron a una media de 57 mil pasajeros por hora.
Además, se colocaron autobuses adicionales que recorrían las principales localizaciones donde se desarrollaron los eventos ligados a la JMJ mientras que el tráfico de automóviles se vio reducido.
En algunas zonas del centro de la ciudad fue suspendido totalmente el tráfico, haciéndolas peatonales. Esto, para incentivar el uso del transporte público.
El Gobierno de Polonia introdujo un billete especial para peregrinos con viajes ilimitados válido del 26 al 31 por un precio menor de cuatro dólares.
SEGURIDAD
La presencia del papa es un elemento clave que añade un componente importante de medidas de seguridad, cuyas directrices son dictadas en primer lugar por el Vaticano.
Agentes de la Gendarmería vaticana, en coordinación con las fuerzas de policía polacas, inspeccionaron la ciudad de Cracovia días antes de que comenzara la JMJ para señalar los puntos que iban a congregar mayor número de personas porque iba a estar el pontífice. Por su parte, el Gobierno polaco dispuso durante todo el mes de julio 20 mil agentes policiales, 8 mil bomberos y mil 500 policías de fronteras para garantizar la seguridad del evento.
Los 19 mil voluntarios que participaron en la JMJ fueron formados con cursos de seguridad impartidos por la policía y los bomberos. Diecisiete helicópteros y dos aviones militares completaron el sistema de seguridad con vigilancia aérea.
Asimismo, se dispusieron Unidades Médicas de Evacuación, equipadas con 20 ambulancias, en ocho bases aéreas próximas al aeropuerto de Cracovia, lo que permitió el traslado de 80 personas al mismo tiempo.
Polonia restauró temporalmente los controles en sus fronteras de la Comunidad Europea, en los puertos y aeropuertos, con el objetivo de aumentar la seguridad ante la visita del papa. La llegada y entrada de los peregrinos al Espacio Schengen se hizo a través de puntos de registro móviles. Se dispusieron carriles adicionales, ocho en total, en la frontera entre Polonia y Ucrania.
En los aeropuertos funcionaron puestos de control adicionales junto con servicios diplomáticos de otros países. Asimismo, se desarrollaron procedimientos específicos para casos relacionados con la pérdida de documentación a fin de gestionar documentos provisionales para facilitar el regreso a casa de aquellos que habían extraviado sus pertenencias. Otro de los desafíos que tuvo que enfrentar Cracovia fue dar alojamiento a los cientos de miles de peregrinos que llegaron a la ciudad con ocasión de la JMJ.
El Comité de Organización preparó diversos paquetes que varían dependiendo del plazo de la estadía del peregrino en la Jornada Mundial de la Juventud.
El precio por el alojamiento, comida, transporte, seguro médico y kit del peregrino mínimo durante una semana en Cracovia era de unos 220 dólares. Se Ofrecieron dos tipos de hospedaje: con familias y alojamiento comunitario (por ejemplo, en escuelas, gimnasios, pequeñas áreas de acampe).
El porcentaje de peregrinos que eligió el paquete de estadía en casa de familia fue de 60%, mientras que el otro 40% está compuesto por peregrinos que eligieron lugares de hospedaje comunitarios.
La organización de la JMJ pidió a todos los peregrinos, más allá del tipo de estadía seleccionada, que trajeran una bolsa de dormir y una esterilla.
Por último, se pusieron en marcha obras destinadas a la creación de infraestructura de telecomunicaciones y la creación de canales de comunicación entre el personal y los voluntarios. Una de las vías de comunicación más importantes para los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud fue la información telefónica gratuita para aquellos que vienen del exterior y la aplicación Peregrino para teléfonos móviles.
La JMJ fortalece en los jóvenes valores como la solidaridad, honestidad, transparencia, libertad y justicia social. pic.twitter.com/QRLo139NTB