La justicia rusa comenzó este martes a juzgar a los partidarios del principal opositor al Kremlin, Alexei Navalny, condenado el lunes a 30 días de cárcel por convocar a manifestaciones no autorizadas en varias ciudades del país.
Al menos 14 personas fueron condenadas en San Petersburgo a 10 días de reclusión y 10 mil rublos de multa (unos $175) por participar en esas protestas contra la corrupción.
"Mi arresto fue cómico: me detuvieron en tres minutos", contó a la AFP el opositor Ilia Iachin, condenado a 15 días de prisión, una pena que tiene intención de recurrir.
La justicia abrió asimismo sendas investigaciones contra dos manifestantes acusados de agredir a las fuerzas de seguridad, un delito por el que podrían ser condenados a hasta cinco años de cárcel, según las autoridades.
La Policía detuvo a mil 720 personas en Rusia el lunes, cuando miles de manifestantes respondieron a la convocatoria de Navalny y recorrieron las calles de varias ciudades del país, desde Kaliningrado, en el mar Báltico, hasta Vladivostok, en el este asiático.
En Moscú, sus seguidores se reunieron en la avenida Tversakaya, la arteria más célebre de la capital.
Tanto ahí como en las ciudades de provincia, las fuerzas antidisturbios respondieron con firmeza, utilizando porras para dispersar a los manifestantes y llenando autobuses con detenidos.
Varias conclusiones pueden extraerse de esta jornada: los "jóvenes" de Vladimir Putin, que solo han conocido a un presidente en toda su vida, confirmaron su movilización pese a las condenas que ya se habían producido tras otro día de grandes manifestaciones, el 26 de marzo.
Sin embargo, aún es pronto para saber si se trata de un movimiento sólido, pues la inmensa mayoría de los rusos no apoya a Navalny y considera en cambio a Putin como garante de estabilidad.
El Kremlin calificó este martes de "peligrosa" la celebración de esas "manifestaciones" organizadas por "un grupo de provocadores".
Navalny, que espera presentarse contra Putin en la elección presidencial del próximo marzo, fue detenido a la salida de su domicilio moscovita cuando se dirigía hacia la manifestación en la avenida Tverskaya.
Esta manifestación del lunes supone un nuevo desafío para Putin, a nueve meses de la elección presidencial en podría presentarse en busca de un cuarto mandato.
El presidente participará el jueves en su emisión anual de preguntas-respuestas con los rusos.
Según el politólogo Gleb Pavlovski, exconsejero de imagen del presidente, "no había únicamente gente pacífica en la manifestación" del lunes, "aunque las autoridades perdieron los nervios".
"La movilización del 26 de marzo fue una victoria para Navalny, pero la del 12 de junio no fue ni un éxito ni un fracaso: ha mostrado que el conflicto [entre los anti y los pro Putin] se acentúa pero no logra movilizar lo suficiente", añade, citado en el diario Vedomosti.
Pero sí se confirma la irrupción de muchos colegiales y estudiantes, que no han conocido a otro jefe de Estado o de Gobierno que no fuera Putin, en el poder desde el año 2000.
Paralelamente a estas manifestaciones contra el Kremlin, el poder se enfrenta a un movimiento de protesta en Moscú contra un gran plan de urbanismo que prevé la destrucción de viviendas de cientos de miles de habitantes de la capital rusa.
En el planol internacional, las masivas detenciones del lunes generaron una ola de indignación. La Casa Blanca condenó "con vigor" esos arrestos y reclamó la "liberación inmediata" de los manifestantes.
"Los rusos merecen un Gobierno que respalde (...) la posibilidad de ejercer sus derechos sin temor ni represalias", declaró su portavoz Sean Spicer.
Por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, expresó "su preocupación" por lo ocurrido en Rusia.