México está dispuesto a extraditar al capo del narcotráfico Joaquín El Chapo Guzmán a Estados Unidos, dijo el sábado un funcionario policial, lo que representa un cambio radical en la posición oficial tras su última captura en 2014.
“México está listo. Hay planes para cooperar con Estados Unidos”, dijo el funcionario, que habló a condición de guardar el anonimato porque carece de autorización para hacer comentarios.
Pero advirtió que podría requerirse una larga espera antes de que los fiscales estadounidenses le puedan poner las manos encima a Guzmán, el narcotraficante más buscado que fue recapturado el viernes tras seis meses prófugo, ya que es necesario efectuar todo un proceso judicial, y la defensa también tiene que presentar sus argumentos.
Altos funcionarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que pertenece el presidente Enrique Peña Nieto, también dejaron entrever la idea de una extradición, que habían descartado tajantemente antes de que Guzmán se fugara de la cárcel de mayor seguridad en México el 11 de julio, acción que representó un profundo motivo de vergüenza para el gobierno.
Manlio Fabio Beltrones, presidente del PRI, dijo que el capo tiene muchas deudas que pagar en México, aunque de ser necesario puede saldarlas en otras partes.
Pero incluso si las autoridades mexicanas están de acuerdo con eso, el abogado de Guzmán, Juan Pablo Badillo, declaró al periódico Milenio que la defensa ya presentó seis peticiones para desafiar las solicitudes de extradición.
Guzmán, una figura legendaria en México que pasó de ser el hijo de un agricultor al capo del narcotráfico más buscado del mundo, fue capturado tras una balacera entre sus hombres armados y efectivos de la Marina mexicana en una vivienda de la ciudad de Los Mochis, una ciudad a orillas del Pacífico en el estado de Sinaloa, donde El Chapo nació.
La operación fue resultado de seis meses de investigación por parte de las fuerzas mexicanas, que localizaron a Guzmán en una zona rural del estado de Durango en octubre pero decidieron no disparar porque estaba con dos mujeres y una niña, dijo la procuradora general de la República, Arely Gómez.
Después de eso asumió un bajo perfil y limitó sus comunicaciones hasta que decidió trasladarse a Los Mochis en diciembre. Guzmán, que dirige el poderoso cartel internacional de Sinaloa, fue presentado ante la prensa el viernes por la noche vestido con ropa deportiva azul oscuro.
Mientras era conducido a un helicóptero por marinos, estos pararon la marcha a medio camino y giraron la inexpresiva cara del capo hacia los periodistas para que pudieran tener una imagen clara.
Las peticiones para una rápida extradición son las mismas que en febrero de 2014, tras la anterior captura de Guzmán, que enfrenta cargos por tráfico de drogas en varios estados estadounidenses. Entonces, el Gobierno de México insistió en que podía lidiar con un hombre que ya se había escapado de una cárcel de máxima seguridad, alegando que primero debía pagar su deuda con la sociedad mexicana.
El pasado 11 de julio Guzmán volvió a fugarse, ante las narices de los guardias y funcionarios de la cárcel más segura del país, empleando un túnel que sirvió como ejemplo de lo enraizada que está la corrupción en la sociedad.
En el anuncio de la última captura del narcotraficante, los funcionarios fueron más discretos que hace dos años, aunque hicieron hincapié en que las labores de inteligencia e investigación corrieron a cargo de las fuerzas mexicanas en su totalidad. No hicieron mención a una posible extradición.