Más de 2 mil hondureños reanudaron su caminata a través de Guatemala como parte de una caravana que intenta llegar a Estados Unidos y que ha molestado al presidente Donald Trump, quien el miércoles la puso en el centro de la campaña electoral de medio término para atacar a sus rivales demócratas.
Un día después de que Trump advirtiera a los países centroamericanos que les retiraría cualquier ayuda financiera si no hacen algo para detener la caravana, el mandatario llamó a los republicanos en Estados Unidos a hacer del tema migratorio parte del discurso electoral para los comicios del 6 de noviembre, cuando se renovará el Congreso.
“Es difícil creer que con miles de personas del sur de la frontera, caminando sin obstáculos hacia nuestro país en forma de grandes caravanas, los demócratas no aprueben una legislación que permita leyes para la protección de nuestro país. ¡Gran tema de medio término para los republicanos!”, publicó Trump en su cuenta oficial de Twitter al tiempo que llamó a los republicanos a hacer de las “leyes de inmigración horrendas, débiles y obsoletas” una cuestión de campaña.
Los migrantes iniciaron la marcha por la madrugada, sin desayunar, y esperaban caminar unos 40 kilómetros hasta Zacapa, la población siguiente en la ruta. Según la Casa del Migrante, unos mil ya llegaron a la capital guatemalteca gracias a que extraños los acercaron en automóvil o tomaron un autobús.
“Vamos a seguir, aquí el que decide es Dios, nosotros no tenemos más que avanzar”, dijo a The Associated Press Luis Navarreto, un migrante de 32 años que había leído sobre la advertencia del mandatario estadounidense. Nelson Zavala, un jornalero de 36 años que forma parte de la caravana, relató que lleva tres días de desvelo, pero “estamos agradecidos con Dios y por la ayuda que estamos recibiendo del pueblo guatemalteco”. “Estamos aquí gracias a Juan Orlando (Hernández, presidente de Honduras)”, dijo Zavala al quejarse de la pobreza en su país.
A su paso los migrantes sonríen, saludan a la gente y aprovechan para pedir dinero para comer. El clima los favorece pues la zona es húmeda y calurosa, pero amaneció con el cielo nublado y una tenue llovizna que hace más llevadera la jornada. Brenda Celis, de 40 años y quien marcha con sus dos hijos de 10 y 12 años, dijo que llegaría hasta donde pudiera a pesar de la amenaza de Trump. “Nosotros vamos a seguir, vamos con el Dios de lo imposible, sin exponer mucho más a los niños” dijo.
La víspera los hondureños recorrieron unos 48 kilómetros para llegar a Chiquimula luego de cruzar la frontera de Guatemala. Mientras el sofocante calor de la jornada dejaba paso a un aguacero nocturno, Norma Chacón, de 31 años, se preparó para dormir en el piso de un auditorio municipal con su hijo de 18 meses, que estaba descalzo y vestía un overol. Los residentes del municipio llevaron pan, frijoles, queso y café a los migrantes.
Chacón, que dijo que intentó vender cosméticos en Honduras, dejó a sus otros dos hijos en el país, pero se llevó al más pequeño porque sigue amamantándolo. Mientras se acomodaba, Trump lanzó una serie de mensajes a través de Twitter en los que manifestó que Washington advirtió a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador que su ayuda se suspenderá si permiten que la gente viaje desde o a través de sus países para entrar a Estados Unidos sin autorización.
“Todo aquel que ingrese ilegalmente a Estados Unidos será arrestado y detenido antes de ser enviado de regreso a su país”, tuiteó. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió el martes en Honduras, Guatemala y México que respeten los derechos y garanticen la seguridad de los migrantes hondureños que forman parte de la caravana. Las estimaciones apuntan que podría haber hasta 3 mil personas.
El tamaño del grupo se multiplicó desde que unos 160 migrantes partieron el viernes de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Mucha gente se fue uniendo de forma espontánea, llevando apenas unas pocas pertenencias. Un cura guatemalteco estimó que más de 2 mil fueron alimentadas en tres albergues gestionados por la iglesia en Esquipulas, la primera parada del grupo en Guatemala.
En sus primeras declaraciones sobre el último grupo de migrantes, el presidente de Honduras acusó a "grupos políticos" que no identificó, de usar mentiras para organizar la caravana como una forma de crear problemas al país. Antes la cancillería hondureña había dicho que la gente había sido atraída para unirse a la migración con "falsas promesas" de una visa de tránsito para cruzar México y la oportunidad de solicitar asilo en Estados Unidos.