Cuando la oposición asumió el control de la Asamblea Nacional en enero, dijo que era el principio del fin de la presidencia de Nicolás Maduro.
El mandatario, sin embargo, ha logrado aislar casi por completo al Congreso y ahora su partido socialista habla directamente de abolirlo.
"¿Qué hicieron en seis meses? Destruir. Asamblea Nacional, prepárate para despedirte de la historia que tu hora va a llegar", dijo Maduro la semana pasada en un discurso televisado.
Lidiar con una legislatura llena de opositores ha sido irritante para Maduro, cuya popularidad está apenas por encima del 20%. La del presidente del Congreso, Henry Ramos Allup, en cambio, es del 60%, lo que lo hace el político más popular del país.
Las encuestas indican que la mayoría de los venezolanos quieren que Maduro deje la presidencia este año. Y el presidente de la Organización de Estados Americanos lo acusa de actuar de forma autocrática y quiere suspender a Venezuela del órgano regional.
El presidente estadounidense Barack Obama se sumó a otros líderes mundiales la semana pasada al criticar a Maduro por frenar un referendo revocatorio que podría obligarlo a entregar la presidencia.
Pero Maduro parece dispuesto a correr los riesgos asociados con sus amenazas de cerrar el Congreso, una iniciativa que muchos ya describen como un "autogolpe".
Javier Corrales, que enseña política latinoamericana en el Amherst College de Massachusetts, dice que Maduro y otros líderes venezolanos tal vez piensen que pueden soportar la condena internacional.
"Otros pueden decir que son antidemocráticos", expresó. "Ellos responden diciendo que están en guerra con los oligarcas que no dejan gobernar al pueblo y ahí se acaba todo".
Una medida de ese tipo seguramente aumentaría las tensiones, que han venido subiendo por semanas, en medio de saqueos que causaron algunas muertes y cientos de arrestos.
Los millones de venezolanos que quieren que los socialistas dejen el poder se sienten cada vez más frustrados. Al Congreso no se le permite legislar y Maduro dice que no dejará que se lleve a cabo este año el referendo revocatorio, lo que hace que la oposición se sienta marginada del proceso político.
"Esto quiere decir que la principal vía para un cambio de régimen sigue siendo una explosión social", opinó Risa Grais-Targow, analista del Eurasia Group de Washington, aludiendo al hecho de que el referendo revocatorio no parece ir para ningún lado.