El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que el lunes enviará una carta al papa Francisco solicitándole que medie con la oposición para evitar "utilizar niños" en hechos de violencia durante protestas.
"Estoy pidiendo (...) al papa Francisco que sirva de intermediario para que la oposición venezolana deje de utilizar niños y niñas en actos violentos y en grupos terroristas", dijo el domingo Maduro en un acto en Caracas, transmitido por la televisora estatal VTV.
Maduro señaló a diputados opositores, sin identificarlos, por la supuesta captación de jóvenes para generar disturbios en las manifestaciones que la oposición realiza desde el pasado 1 de abril, que dejan al menos 67 muertos y más de un millar de heridos según la Fiscalía.
"Les dan drogas, les dan dinero", aseveró Maduro. Habitualmente, menores de edad con rostros cubiertos se ven en choques con militares y policías. Dirigentes opositores responsabilizan a Maduro por la violencia, al denunciar una "salvaje represión" contra los manifestantes.
El pontífice ha mostrado públicamente disposición a ayudar a retomar un fracasado diálogo político emprendido el año pasado por gobierno y oposición, pero con "condiciones claras".
Las conversaciones, acompañadas por el Vaticano y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), fueron suspendidas en diciembre entre acusaciones mutuas de incumplimiento de acuerdos.
Según monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), Francisco considera válidas las condiciones fijadas en diciembre por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, para superar la grave crisis venezolana.
El jueves pasado, la jerarquía eclesiástica venezolana se reunió con el papa Francisco en el Vaticano. Fijar un calendario electoral, liberar a los opositores presos, autorizar asistencia sanitaria internacional y restituir las prerrogativas del Parlamento -único poder controlado por la oposición- son las condiciones establecidas por Parolin, según una carta filtrada a la prensa.
La cúpula eclesiástica venezolana, crítica de Maduro, es tildada por altos funcionarios gubernamentales como un "partido político" opositor.