La derrota del oficialismo venezolano en los comicios legislativos lo pone ante un escenario complejo: por primera vez en 17 años deberá gobernar sin el control de la Asamblea Nacional y en medio de una profunda crisis económica. Casi 24 horas después de su primer boletín oficial, el Consejo Nacional Electoral anunció tarde en la noche del lunes que la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática obtuvo al menos 110 escaños por 55 del oficialismo, cuando todavía restan adjudicarse otros dos escaños. Entre esos 110 escaños, 11 más de los anunciados inicialmente, se incluyen los tres escaños reservados para las etnias indígenas. Romel Guzamana, Gladys Guaipo y Virgilio Ferrer, victoriosos en las tres regiones en las que se designaba un legislador en representación de los indígenas, contaron con el apoyo de los adversarios del Gobierno, por lo que se espera que sumen sus votos a la alianza opositora.
Al superar la cifra de 101 de los 167 escaños que componen la Legislatura, la oposición ya cuenta con una primera mayoría calificada que sería fundamental para promover leyes, aprobar votos de censura contra los ministros y el vicepresidente y destituir a autoridades electorales.
Si la oposición logra obtener al menos 112 de las bancas, logrará la llamada segunda mayoría calificada, que le permitiría convocar a una Asamblea Constituyente y aprobar una reforma constitucional; designar o remover a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, designar a los rectores del Consejo Nacional Electoral o hacer otro tanto en la Fiscalía General, el contralor general y el defensor del pueblo, entre otros.
Horas antes, Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la alianza opositora, aseveró en conferencia de prensa que “la Mesa logró 112 diputados y se estaban peleando cuatro más”.
El dirigente dijo a la prensa que estos resultados deben llevar a todos los actores políticos, y en particular a la alianza opositora, a “reinventarse”, porque “una cosa es unirse para resistir y otra cosa es unirse para gobernar”. En una alocución tras conocerse los resultados, el presidente Nicolás Maduro reconoció la derrota y dijo que el triunfo de los sectores adversos al Gobierno estuvo sustentado en la “guerra económica”.
“Hemos venido con nuestra moral, con nuestra ética a reconocer estos resultados adversos, aceptarlos y decirle a nuestra Venezuela, ha triunfado la Constitución y la democracia”, dijo el mandatario.
Pero el líder opositor y ex candidato presidencial, Henrique Capriles, dijo en conferencia de prensa que “Nicolás Maduro no entendió lo que pasó”, y exhortó al mandatario a que “se ponga a la orden” de la nueva Asamblea Nacional, promueva un diálogo nacional y libere a los “presos políticos”.
La noche del lunes en un encuentro con gobernadores, entre otros dirigentes oficialistas, Maduro evaluó “los aciertos y desaciertos” de su administración, así como “todos los acontecimientos que derivaron... en el revés electoral del día de ayer”.
El gobernante dijo que junto a otros líderes se debatió una amplia gama de temas y se convocó a los delegados de base del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para “unificar criterios, identificar asuntos y activar acciones”, con el fin de enrumbar al oficialismo nuevamente por el carril de la victoria.
“No hay tiempo para la tristeza (...) es tiempo de luchar. Lo primero que nosotros hemos acordado aquí es iniciar una cruzada por fortalecer la unión del movimiento revolucionario” a todo nivel, dijo Maduro en el palacio de gobierno.