El fiscal argentino Alberto Nisman ya no confiaba ni en la custodia antes de su muerte, dijo este miércoles el colaborador Diego Lagomarsino, el único imputado en este caso por haberle prestado el arma calibre 22 que lo mató. "No estoy bien", dijo Lagomarsino al comenzar su primera conferencia de prensa en Buenos Aires, acompañado de su abogado, para detallar sus últimos contactos con el fiscal el sábado antes del domingo 18 de enero que apareció muerto.
Al narrar cómo Nisman le pidió el arma, el experto en informática indicó que Nisman le dijo: "Ya no confío ni siquiera en la custodia". Nisman, fiscal especial desde 2004 de la compleja causa por el atentado contra la mutual judía AMIA de 1994, disponía de 10 policías que se turnaban para custodiarlo.
Según Lagormasino, el fiscal temía por la seguridad de sus dos hijas, de 7 y 15 años, que tuvo con su exesposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado, que en ese momento estaban de vacaciones en España. "¿Vos sabés lo que es que tus hijas no quieran estar con vos porque tienen miedo?", dijo Nisman según Lagomarsino. "Le respondí: mirá es un arma vieja, es una 22", parafraseó sobre el diálogo que habrían mantenido el sábado cuando Nisman le pidió la pistola prestada.
Según su versión, Nisman le dijo que quería un arma para "llevar en la guantera por si viene algún loquito. Es un arma que realmente fallaba. Y me dijo, "¿el único favor que te pido y no me lo hacés?", recordó.
Lagomarsino compareció ante la prensa en compañía de su abogado, Maximiliano Rusconi, visiblemente tenso y en varias oportunidades se le quebró la voz al hablar.
Rusconi, quien defendiera al expresidente Carlos Menem (1989-99) en la causa por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, dijo que pedirán que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se presente a declarar luego de haber divulgado información personal de Lagomarsino en un mensaje a la nación el lunes pasado.
Nisman fue hallado muerto en el baño de su departamento en el exclusivo barrio capitalino de Puerto Madero, con un disparo en la cabeza. Sobre su escritorio había documentación que iba a utilizar horas después en su comparecencia ante el Congreso para explicar su denuncia contra Kirchner y el canciller Héctor Timerman por supuesto encubrimiento de los imputados iraníes en el atentado de 1994 contra la AMIA que dejó 85 muertos y 300 heridos.