"Nuestros corazones también están destrozados", dijo este jueves en Orlando el presidente Barack Obama tras reunirse con las familias de las víctimas de la masacre del club gay Pulse, que dejó 49 muertos y 53 heridos, en un discurso en el que también pidió un cambio en el debate sobre armas en el país.
Poco antes, el mandatario y su vicepresidente Joe Biden depositaron, en un pequeño monumento improvisado, 49 flores en honor a las 49 víctimas "inocentes" fallecidas en el ataque.
"Estas familias son parte de la familia estadounidense", agregó Obama poco después. "Podemos impedir tragedias. Podemos salvar vidas", dijo Obama al término de una reunión con familiares de las víctimas cuyo dolor calificó de "indescriptible".
"Si no reaccionamos, veremos otras masacres como ésta", advirtió el mandatario al hacer referencia al debate sobre el acceso a las armas de fuego. "Aquellos que defienden un acceso fácil a fusiles de asalto deberían reunirse con estas familias", afirmó antes de llamar a los senadores a "mostrarse a la altura" de las circunstancias para enfrentar este tema.
Subrayando que las personas en duelo con las que se reunió no estaban interesadas "en luchas políticas", Obama afirmó: "íYo tampoco! íEl debate debe cambiar", en referencia a la discusión sobre el acceso y el porte de armas.
El mandatario agradeció a los equipos de emergencia médica que actuaron tras el peor ataque que sufre el país desde los cometidos el 11 de setiembre de 2001.
Cuatro días después de la matanza, que fue reivindicada por el grupo Estado Islámico (EI) al cual el asesino dijo obedecer, el presidente acudió en auxilio de una ciudad que no hace más que comenzar su duelo.
En Orlando y alrededores comenzaron a celebrarse las ceremonias fúnebres de las 49 víctimas de la masacre. La primera fue, en la tarde del miércoles, la de Javier Jorge Reyes, un vendedor de 40 años de origen puertorriqueño. También se multiplican los actos y concentraciones, como la velada de caridad organizada en el club gay Southern Nights la noche del miércoles y destinada a captar fondos para el personal de Pulse, la discoteca homosexual atacada el domingo.
El atentado del domingo fue realizado por Omar Mateen, un estadounidense de 29 años, de padres afganos, que fue muerto a balazos por la policía y que en un llamado al 911 (emergencia policial) reivindicó su pertenencia al EI.
Por su lado, las autoridades estadounidenses han advertido que las amenazas contra los musulmanes no serán toleradas. "Las violaciones de los derechos civiles son una prioridad para el FBI", dijo el agente Ron Hopper a la prensa. "Vamos a investigar cualquier ataque cometido contra personas por su pertenencia racial, sus creencias religiosas o su orientación sexual", señaló.
En lo que concierne a las investigaciones sobre la masacre, las autoridades se muestran ahora mucho más cautas a la hora de comunicar informaciones.
El fiscal Bentley, por ejemplo, no quiso revelar detalles sobre eventuales acusaciones contra la esposa de Omar Mateen, Noor Salman.
De acuerdo a varios medios estadounidenses, un jurado popular analiza actualmente si existen motivos suficientes para inculparla por no haber alertado a las autoridades de las intenciones de su marido, de las que habría estado al tanto.
En el terreno, la situación sigue siendo tensa. El FBI señaló que nada permite suponer que se esté preparando un atentado en Orlando o en el resto del país, pero advirtió a los clubes gays de Florida que se mantengan en estado de alerta.