Una de las grandes promesas de campaña de Donald Trump, la derogación de la reforma sanitaria de Barack Obama, quedó este martes 18 de julio enterrada tras la oposición de varios senadores republicanos al proyecto, configurando un estrepitoso fracaso para el presidente estadounidense.
La Cámara Alta del Congreso celebrará a principios de la semana que viene una votación sobre el asunto que, si no hay sorpresas de último minuto, está condenada a naufragar.
Trump pareció resignado al bloqueo de su propuesta y declaró que la ley demócrata de 2010 firmada por su predecesor, denominada "Obamacare", terminará cayendo por su propio peso.
"Dejemos que 'Obamacare' se desmorone, será más simple", señaló Trump desde la Casa Blanca. "Dejaremos que 'Obamacare' fracase, y luego los demócratas vendrán a nosotros".
El presidente no se imaginaba que cumplir su promesa de campaña de cambiar la legislación sanitaria seguiría sin cumplirse este verano boreal. En enero, apenas asumido, vislumbró una derogación rápida. Pero el plan de la mayoría republicana, a caballo entre una derogación y una reforma, enfrentó la oposición conjunta de conservadores y moderados.
La mayoría anunció el lunes un plan B: votar una derogación lisa y llana de "Obamacare" sin presentar aún una nueva propuesta, desafiando a los senadores de la bancada del partido a que se opusieran a lo que habían prometido a sus votantes.
El Congreso habría tenido entonces dos años para preparar con cuidado una hipotética reforma del sistema de seguros médicos. Pero ese plan B fue torpedeado este martes por al menos tres republicanos moderados, Susan Collins, Shelley Moore Capito y Lisa Murkowski, que representan a otros tantos estados en los que el acceso a la atención médica en zonas rurales podría terminarse si se derogaba totalmente la Obamacare.
"No vine a Washington para perjudicar a la gente", dijo la senadora Capito. Frente a esas defecciones, el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, decidió organizar una votación "a principios de la semana que viene".
Con 52 senadores de un total de 100, la bancada republicana no puede permitirse más de dos defecciones. McConnell parece ver más allá de la reforma sanitaria. "Nos vamos a encargar en la reforma fiscal y de las infraestructuras", señaló. "Hay muchas cosas por hacer".
El republicano rechazó además que los seis primeros meses de legislación no hayan dado frutos, al recordar que el Congreso ha derogado varias medidas económicas y medioambientales de la era Obama. Pero el balance sigue sin impresionar, porque los republicanos controlan todas las instancias del poder.
El proyecto de reforma republicana no pretendía revocar enteramente la ley de 2010, que en siete años se convirtió en una norma relativamente popular, a medida que millones de personas se fueron beneficiando de ella. Por tanto, la arquitectura de la reforma de Obama se conservaba en mayor o menor medida en el plan republicano para evitar que millones de estadounidenses se encontraran súbitamente sin cobertura de salud.
No obstante, se preveían importantes recortes del presupuesto de salud, así como la reducción de algunas prestaciones a los asegurados. El plan de derogación y de sustitución simultáneas no complació ni a los ultraconservadores, que lo consideraban un "Obamacare light", ni a los republicanos moderados, a los que les preocupaba un paso atrás demasiado brusco.
Al margen de lo que ocurra de aquí en más, el tema de la derogación de la reforma sanitaria ilustra los problemas de la relación entre la Casa Blanca y el Congreso. Trump ha ejercido a menudo y públicamente presión sobre los legisladores de su Partido Republicano para obtener una victoria, la que fuere, pero sin profundizar en los detalles.
Su propuesta de dejar morir Obamacare consiste en dejar que se acentúen las fallas del mercado de seguros de salud privados, lo que, según él, dirigiría la presión hacia los demócratas para que tengan que ponerse de acuerdo con los republicanos para reparar el sistema.
En varias regiones del país, grandes aseguradoras se retiraron, en efecto, del llamado mercado "individual", lo que hizo aumentar allí las primas de los seguros. Ese mercado abarca a unas decenas de millones de estadounidenses que no están asegurados por sus empresas ni por el Estado.
La lógica de Donald Trump es totalmente política: está convencido de que, frente a los problemas de Obamacare, los votantes sancionarán a los demócratas y no a su gobierno en las elecciones legislativas del año que viene.