Lizabet Leach reside en París desde octubre del año pasado. Su marido, Gabriele Dell’Ava, trabaja para la compañía italiana Salini Impregilo y fue destinado a la capital francesa. Desde su casa, situada en el distrito quinto, muy cerca del Panteón, ha podido ver cómo las llamas devastaban la catedral de Nôtre Dame.
“Fue mi esposo quien me avisó. Me asomé a la ventana y vi un humo amarillo y blanco. Entonces pensé que se estaba quemando un edificio histórico por el tipo de material, ya que si no el humo hubiera sido negro. Todavía no habían llegado los bomberos, ni tampoco pasaban ambulancias. Pero ya pensé que era algo muy serio”, explica. Su curiosidad le llevó enseguida a tratar de descubrir qué era lo que estaba sucediendo.
“Me puse a investigar y cuando supe que era la catedral de Nôtre Dame sentí un pesar increíble. No es solo un monumento francés, es de toda la humanidad”, describe consternada.
Lizabet, que visitó por primera vez Nôtre Dame hace cinco años, nunca pensó que este símbolo de la cultura pudiera consumirse ante sus ojos.
“Soy muy activa en la comunidad de expatriados del grupo de Facebook y estamos todos en shock. Muy tristes. Cuando supe que era la catedral me sentí súper mal”, señala.
“Cuando empecé a verlo se veía que las llamas estaban arriba, pero ahora se está quemando todo. Ha colapsado el techo, pude ver una espiral de fuego en una de las dos torres. Va a ser muy difícil, por no decir casi imposible, que puedan restaurarla. No volveremos a verla como era”, dice con resignación.
La panameña Maylin Bolívar viajó a París con su esposo, Wiley Leaws, y sus padres el pasado 11 de abril. Todavía sin creérselo detalla cómo estuvieron visitando la catedral de Nôtre Dame pocas horas antes de que comenzase el incendio.
“Tuvimos la visita a las dos de la tarde. Estuvimos en la catedral de Notre Dame de París. Todo es muy bello. Dimos una vuelta completa a la catedral y después visitamos la iglesia gótica de Sainte-Chapelle, que queda como a unos 100 metros”, comenta.
“La visita terminó en torno a las 16h”, agrega su marido casi sin ser consciente de que probablemente fueron de los últimos en poder visitar el prodigio arquitectónico de París.
Hasta se hicieron una foto con los obreros que estaban trabajando en la restauración del monumento, en la zona en la que aparentemente se originaron las llamas.
Solo cuando estaban cenando en un restaurante del barrio latino comenzaron a ver el humo denso por las calles y la gente corriendo.
“No sabíamos qué estaba pasando, pero pensamos que lo mejor era mantener la calma y no dejarse llevar por el miedo”, subraya Wiley.
El incendio comenzó alrededor de las 6:50 p.m. de la tarde. Pocos minutos después decenas de turistas y franceses se agolpaban a las dos orillas del Sena sin dejar de grabar con sus teléfonos la escena dantesca.
“Cuando vimos que el humo era cada vez más espeso y que no paraba, me puse a buscar por internet lo que estaba sucediendo. Cuando lo supimos fuimos a ver el incendio. Estaba ya todo acordonado. No dejaban pasar hasta una cierta distancia. Había bomberos, policía y camiones cisterna. Pero vimos la catedral que habíamos visitado pocas horas antes quemándose. Daba dolor y tristeza verla arder. Era muy duro. Te sentías imponente”, recuerda Maylin.
El centro de París quedó completamente colapsado y cerraron las paradas de metro cercanas a Nôtre Dame, lo que causó cierta desorientación en los turistas, que tuvieron que buscar rutas alternativas para regresar a los hoteles.