El Vaticano ha vuelto a despertar conmocionado por un escándalo de robo y filtración de documentos y archivos reservados, que por si fuera poco ha implicado a dos de las personas de confianza del papa Francisco.
Tras las investigaciones preliminares, la gendarmería vaticana arrestó este lunes a un alto prelado, el sacerdote español Lucio Angel Vallejo Balda, y a la laica italiana experta en relaciones públicas y redes sociales Francesca Chaouqui. Ambos fueron elegidos por el Pontífice argentino para llevar a cabo la limpieza de las finanzas de la Sede, quien los designó como miembros de la comisión vaticana que creó en julio de 2013 para analizar las estructuras económicas y administrativas de la Santa Sede.
Como Benedicto XVI, quien fuera espiado por su mayordomo, ahora Francisco ha experimentado la traición.
Las informaciones secretas del Vaticano verán la luz en dos libros que serán publicados en los próximos días y que prometen incluir documentación inédita, archivos reservados y hasta conversaciones secretas del Papa con sus asistentes registradas de forma ilegal en la residencia de Santa Marta donde vive.
Los libros se titulan Avaricia, de Emiliano Fittipaldi, y Via Crucis, del periodista Gianluigi Nuzzi, quien ya en 2012 se encargó de publicar las cartas personales de Benedicto XVI.
Los dos arrestados ya habían hecho saltar la polémica cuando en 2014 se descubrió que más que tener en regla las cuentas vaticanas, su vida estaba rodeada de lujos y ostentación. Vallejo Balda, íntimamente relacionado con el Opus Dei y actual secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, se encargó de organizar una fiesta por todo lo alto en la terraza de su oficina –con vista a la plaza de San Pedro– con ocasión de la canonización de Juan Pablo II. Al convite asistieron unas 150 personas de la jet set de Roma, quienes además pudieron disfrutar de un bufé que costó unos 18 mil euros (unos 19 mil 800 dólares).
Por su parte, Francesca Chaouqui había saltado a la palestra de los medios de comunicación tras unos inquietantes tuits en los que mintió diciendo que Benedicto XVI tenía leucemia.
También se ensañó con el exsecretario de Estado del Vaticano Tarcisio Bertone, a quien llamó corrupto. Tras los escándalos provocados por su incontinencia verbal en la red, decidió cerrar su cuenta.