El papa Francisco hizo este sábado en México un vehemente llamado a la clase política a ofrecer al pueblo "justicia real, seguridad efectiva" y paz, tras un encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto en el Palacio Nacional.
En la primera visita de un pontífice al Palacio Nacional de México, Francisco expresó: "a los dirigentes de la vida social, cultural y política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos (...) justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz".
"Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte", advirtió.
Su mensaje fue seguido a través de pantallas gigantes por millares de fieles que se apostaron en el céntrico Zócalo, una plaza construida sobre las ruinas de templos prehispánicos y donde se encuentran la catedral y el Palacio Nacional.
"íBravo! ¡Qué bueno que le diga sus verdades al gobierno!", gritó una mujer entre la muchedumbre.
"El Papa puso en vergüenza al gobierno con todo lo que dijo. A ver si Peña Nieto ahora hace las cosas bien. Si no es por convicción, al menos por vergüenza", dijo a la AFP Ramiro Sosa, un comerciante de 56 años de Veracruz (este), un estado asolado por el crimen organizado y la corrupción.
En cambio, el discurso del gobernante mexicano evitó mencionar estos problemas y se centró más en temas globales y reconocimientos al Papa.
"Su visita trasciende al encuentro entre dos Estados, se trata del encuentro de un pueblo con su fe. Su santidad, México lo quiere, México quiere al papa Francisco por su sencillez, por su bondad, por su calidez", manifestó Peña Nieto.
Antes de dirigirse a la catedral, la segunda parada de su agenda, el Papa saludó a la multitud que lo esperaba y se puso un sombrero mexicano que le ofrecieron.
Su presencia en el Palacio fue un gesto simbólico en un país devoto, pero con una larga tradición laica, y que apenas en 1992 restableció relaciones diplomáticas con el Vaticano.
La visita del Papa a México fue buscada con insistencia por el gobierno de Peña Nieto, que ha sido blanco de fuertes críticas por la situación de derechos humanos en el país y casos como la desaparición y presunta masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Tras visitar la catedral metropolitana, el Papa participará en uno de los actos espirituales más esperados de su visita: la misa en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, a quien Francisco ha encomendado su viaje.
"El encuentro con la Virgen de Guadalupe será monumental. Él es un gran devoto mariano y la Virgen de Guadalupe no es solo reina en México, sino emperatriz de América", estima Andrew Chesnut, profesor de estudios de religiones en la Universidad de Virginia Commonwealth, Estados Unidos.
Francisco ha manifestado su emoción por estar en el santuario y ha dicho que le gustaría rezar solo y en silencio frente a la imagen de la virgen.
Aún conmocionado por el motín que el jueves dejó 49 muertos en una cárcel de Monterrey (norte), México condensa muchos de los temas que preocupan a Francisco: una sociedad desigual donde la mitad de sus habitantes sigue siendo pobre, un país acechado por la violencia del narcotráfico y donde miles de migrantes viven un calvario tratando de llegar clandestinamente a Estados Unidos.
La elección de las paradas del Papa parece estar cargada de simbolismo. El domingo visitará Ecatepec, una sobrepoblada ciudad de la periferia de la capital que vive un repunte de violencia, especialmente hacia las mujeres.
El lunes estará en Chiapas (sur), el estado indígena más pobre del país, donde dará una misa con fragmentos en tres lenguas indígenas: tzotzil, tzeltal y chol.
El martes irá a Morelia, capital del convulso estado de Michoacán (oeste), donde en 2013 grupos de autodefensa se levantaron en armas contra los abusos del cartel de Los Caballeros Templarios.
El Papa se reservó para el final la fronteriza Ciudad Juárez, durante años considerada la más peligrosa del mundo y que ahora trata de cicatrizar heridas abiertas por los feminicidios y la violencia que vivió.
Francisco visitará allí una cárcel y se despedirá con una misa en el borde de la frontera con El Paso (Texas, Estados Unidos) por donde miles de migrantes cruzan clandestinamente cada año.