Al mexicano Adán Lara Vega le prometieron que dentro de los 5 mil 500 dólares que pagó para ser traficado a Estados Unidos estaba incluido un traslado en camión con aire acondicionado.
En lugar de eso, el obrero de 27 años se subió junto con sus amigos al oscuro remolque de metal de un camión que no tenía ventilación — un horno mortal que cobraría la vida de 10 personas. “Después de una hora escuché que lloraban, que pedían agua. Y yo también sudaba. Toda la gente se desesperaba”, contó Lara a The Associated Press en una entrevista exclusiva el lunes desde su habitación en un hospital de San Antonio. “Después perdimos la conciencia”, agregó.
Cuando la recuperó el domingo, estaba en un hospital. Le dijo a la AP que todo comenzó cuando se subió a un camión en la ciudad fronteriza de Laredo, Texas, junto con seis amigos suyos, todos originarios del estado de Aguascalientes en México.
Habían estado esperando dos semanas en una casa. “El hombre con el que estábamos en la casa nos dijo que nos iban a meter en una hielera, en una hielera con aire. Pero nunca lo hicieron”, dijo. Cuando se abrieron las puertas del remolque, en una calle de Laredo, ya estaba lleno de personas.
Lara Vega dijo que estaba tan oscuro que no pudo ver cuántas personas estaban dentro. Unos cuantos eran niños, dijo, cuyas voces se escuchaban pidiendo agua.
Expresó que los traficantes no les ofrecieron agua, y que ni él ni sus amigos llevaban consigo. El trayecto a San Antonio iba a ser de solo 240 kilómetros (150 millas). El mexicano dijo que nunca vio al conductor.
Contó que cuando se trafica a la gente se les dice que no vean los rostros de los encargados y que es una buena idea obedecer. El camión fue encontrado el domingo afuera de un Walmart.
Había ocho pasajeros muertos y dos más morirían poco después. Al conductor ya le presentaron cargos por las muertes. Cuando Lara despertó se encontraba en un hospital dando vueltas en la cama, sin poder levantarse. Acostado y con monitores de frecuencia cardiaca pegados al pecho, puntualizó que todavía necesita mucha agua. “Yo me caía, andaba bien débil. Necesitaba tomar mucho líquido para poderme controlar”, declaró.
Lara Vega mencionó que todos sus amigos habían sobrevivido, al menos era lo que él sabía, aunque algunos habían sido hospitalizados. Algunos de ellos tienen familiares en San Antonio.
Otro de los pasajeros nombrado en la denuncia sólo por sus iniciales, contó a las autoridades que él también es de Aguascalientes. Dijo que a los inmigrantes se les dio cinta de distintos colores para “que los traficantes nos pudieran identificar y saber a quiénes iban a recoger”. Cuando el tráiler llegó a su destino las puertas se abrieron y las personas empezaron a salir.
Seis camionetas estaban esperando y se llenaron en cuestión de minutos antes de irse. El hombre dijo que no vio quién abrió las puertas ni tampoco al conductor, según la queja.
Lara, quien no le pagó a los traficantes, dijo que esperaba conseguir un empleo de constructor. Este era su segundo intento por ingresar a Estados Unidos, dijo que hace tres años lo deportaron pero decidió volver a intentarlo porque la mala economía en el lugar donde vive con su esposa, su hija de 4 años y su hijo de 3.
“Uno toma decisiones sin pensar en las consecuencias, pero pues gracias a Dios aquí estamos bien”, expresó. Lara Vega dijo que desconocía su estatus legal. Funcionarios consulares mexicanos informaron que están dando representación legal a los sobrevivientes y Lara ya fue visitado por uno.