El huracán más potente del Atlántico del que se tiene registro tocó tierra este miércoles 6 de septiembre de madrugada en islas en el nordeste del Caribe, avanzando en una ruta hacia Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba, antes de posiblemente dirigirse a Florida el fin de semana.
El ojo del huracán Irma pasó sobre Barbuda en torno a las 1:47 a.m., según el Servicio Nacional Meteorológico de Estados Unidos.
Vecinos de la zona dijeron en la radio local, que las líneas telefónicas se habían caído. Aguaceros y fuertes vientos castigaron la vecina isla de Antigua, levantando escombros por los aires mientras la gente se resguardaba en casa o en refugios del gobierno.
Las autoridades de Antigua y Barbuda, que en un comunicado que concluía con la frase “Que Dios nos proteja” habían pedido a la población que se resguardara del “violento ataque” de Irma, empezaban a evaluar los daños, aunque ya había reportes dispersos de inundaciones y árboles caídos.
La Policía de Antigua esperaba que cediera la velocidad del viento para enviar helicópteros para revisar los reportes de daños en Barbuda. Hasta la mañana del miércoles no se habían reportado heridos ni víctimas mortales.
En Barbuda, la tormenta arrancó el tejado de la comisaría de policía, obligando a los agentes a buscar cobijo en el cuartel de bomberos cercano y el centro comunitario que servía de refugio oficial.
La tormenta de categoría 5 también suspendió la comunicación entre islas. Se registraron daños en varias viviendas, según Midcie Francis, de la Oficina Nacional de Servicios en Desastres, aunque era demasiado pronto para evaluar la extensión de los daños.
El extremo norte de la isla se vio especialmente castigado, señaló en un mensaje de texto a The Associated Press el ministro de Exteriores, Charles Fernández, que supervisaba de forma temporal la gestión de desastres. No entró en detalles sobre el alcance de los daños.
En la isla de 280 kilómetros cuadrados, los residentes en zonas bajas se alojaron con amigos y familiares en terrenos más altos o dormían en iglesias, escuelas y centros comunitarios construidos para soportar huracanes.
Sin embargo, ninguno de los refugios se había visto probado por vientos de categoría 5. Muchas viviendas en Antigua y Barbuda no están construidas sobre cimientos de concreto o tienen tejados de madera endebles y vulnerables a daños por viento.