Los rescatistas utilizaban equipo pesado para excavar el martes entre los escombros de edificios derribados por un potente terremoto en la frontera entre Irán e Irak. Había mujeres llorando y rezando mientras los trabajadores encontraban nuevos cuerpos.
La macabra tarea comenzó de nuevo al amanecer en la ciudad kurda de Sarpol-e-Zahab, en la provincia occidental iraní de Kermanshah, que parecía ser la más afectada por el temblor de magnitud 7.3 del domingo por la noche. Al menos 530 personas murieron en el terremoto.
Rescatistas y vecinos buscaban entre los escombros de bloques de apartamentos y utilizaban mantas pesadas para trasladar los cadáveres.
El hospital en Sarpol-e-Zahab sufrió graves daños y el Ejército estableció hospitales de campo, aunque muchos de los heridos fueron trasladados a otras ciudades como Teherán.
El temblor también afectó a un recinto militar en la ciudad fronteriza, donde murieron varios soldados, según reportes.
El presidente de Irán, Hasan Ruhani, visitó el martes la provincia de Kermanshah para ver los daños por sí mismo y ofrecer su apoyo a los afectados. "Esto dolió a todos los iraníes", dijo Ruhani, según un comunicado en el sitio web de la presidencia. "Representando a la nación de Irán, ofrezco mis condolencias a la gente de Kermanshah y les digo que todos nosotros estamos con Kermanshah".
El ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, dio las gracias en Twitter a los países extranjeros que habían ofrecido ayuda, aunque señaló que "por ahora, podemos gestionarlo con nuestro propios recursos".