La destituida presidenta brasileña, Dilma Rousseff, anunció el viernes que abandonará Brasilia para instalarse en Porto Alegre (sur), desde donde hará oposición al gobierno de Michel Temer, mientras el Partido de los Trabajadores reclamaba el adelanto de las elecciones de 2018.
"La democracia fue juzgada junto conmigo. Desgraciadamente perdimos. Espero que podamos reconstruirla y tener la certeza de que esto no volverá a ocurrir", declaró la ya exmandataria de izquierda a corresponsales extranjeros, precisando que se mudará del Distrito Federal "a principios de la próxima semana".
Elegida presidenta en 2010, Rousseff fue destituida este miércoles en el desenlace de un proceso de impeachment que se prolongó durante nueve meses, bajo la acusación de haber manipulado las cuentas públicas para ser reelecta en 2014.
Con su marcha de Brasilia se cierra el ciclo de 13 años de gobiernos de izquierda en el mayor país de Latinoamérica, iniciado con la llegada al poder de su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva en 2003.
Y también del Partido de los Trabajadores (PT), que reclama ahora la convocatoria de elecciones anticipadas, en un cambio de opinión tras la salida de la exguerrillera de 68 años.
"Vamos a seguir denunciando el golpe. Ante un gobierno usurpador, entendemos que la única manera de restablecer la democracia en el país es a través del voto popular", declaró el presidente del PT, Rui Falcao, tras una reunión de la cúpula del partido en Sao Paulo, donde participó también el expresidente Lula (2003-2010).
Antes del desenlace del juicio político en el Senado, Rousseff anunció que apoyaría la realización de elecciones anticipadas, una alternativa improbable de concretar porque requería que tanto la presidenta como Temer, su vicepresidente, renunciaran a sus cargos.
La última vez que planteó esta posibilidad fue en una carta abierta, donde señaló que estaría a favor de un plebiscito para decidir si se adelantaban o no los comicios.
El PT no apoyaba esta iniciativa.
"Antes había divergencias sobre esta propuesta pero ahora la situación es diferente, porque el Estado se halla frente a un gobierno ilegítimo", explicó el partido en una nota.
Una postura similar a la que defienden los diferentes movimientos sindicales y de izquierda que se manifestaron desde el lunes en Sao Paulo en rechazo al impeachment a Rousseff y al gobierno de Temer.
Las tensas marchas acabaron en esos cuatro días en enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, que usó gases lacrimógenos para dispersarlos.
Mientras, Michel Temer comenzaba en China su primera misión internacional como presidente, en un viaje que busca inversiones y dar una imagen renovada del país aprovechando la cumbre del G20 de potencias industrializadas y emergentes que se celebrará el domingo y el lunes en Hangzhou.
"Hemos padecido turbulencias políticas y económicas, recesión, pero ya se ha pasado esta página", aseguró Temer en declaraciones a la prensa tras una escala en Shanghai.
Cuando regrese a Brasilia, su exaliada durante más de cinco años y ahora enemiga frontal ya no estará en la ciudad.
Aunque Rousseff, a quien el Senado no retiró sus derechos políticos, no ha dejado de proclamar que seguirá luchando por demostrar su inocencia y como opositora al gobierno de Temer, a quien volvió a acusar el viernes de haber dado un golpe parlamentario.
Fuera de la residencia oficial del Palacio de la Alvorada -de donde debía salir en un plazo de 30 días después de la sentencia del Senado-, lo hará ahora desde la sureña Porto Alegre, donde construyó su carrera política y vive su familia.