El PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), la mayor fuerza política de Brasil, decidirá en los próximos 30 días si abandona a su suerte al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, una decisión con potencial para agudizar la feroz crisis que vive la potencia emergente.
El llamado "partido de la gobernabilidad" realizó este sábado una convención nacional con un clima marcadamente opositor y regado de pedidos de ruptura con el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), donde los representantes votaron que ningún miembro del partido puede aceptar un cargo en el gobierno federal durante el mes de deliberación.
"El PT y el gobierno terminaron. Dilma perdió el control del país, nadie cree en lo que dice, no está más en condiciones de unir a nadie ni de encontrar un rumbo para la economía", dijo a la AFP el diputado Omar Terra, uno de los líderes que impulsan el quiebre.
"El gobierno tomó decisiones equivocadas y se está hundiendo y el PMDB no se puede hundir con este gobierno (...) Se fijó un plazo de 30 días para dar tiempo a encontrar la mejor salida, pero la salida tiene que ocurrir lo más rápido posible", añadió Terra, para quien su posición tiene una "holgada" mayoría.
El PMDB es la mayor fuerza política de Brasil en cantidad de diputados, senadores y gobernadores. Sus hombres ocupan los tres primeros lugares de la sucesión presidencial: Michel Temer, vicepresidente de la república; Eduardo Cunha, presidente de la cámara de Diputados y Renan Calheiros, jefe del Senado.
La propuesta rupturista fue matizada por las figuras más prominentes del partido, especialmente por su presidente Temer, cuyo mandato será renovado durante la convención, para quien la crisis "es gravísima", aunque no es momento de "dividir a los brasileños".
"Hay una corriente grande del PMDB que defiende la salida del gobierno y existe otra facción que quiere que el PMDB siga en el gobierno (...) La cuestión de la salida del gobierno será discutida en los próximos días (...) Si hay que elegir entre quedarse con el gobierno o con el pueblo, tenga por seguro que el PMDB se quedará con el pueblo", dijo el diputado Hugo Motta.
Durante el encuentro, el partido aprobó que ninguno de sus miembros podrá aceptar puestos en el gobierno para evitar que el Palacio de Planalto interfiera en la interna, explicaron militantes.
El año pasado, Rousseff hizo una reforma ministerial para intentar consolidar su fragilizada base legislativa y bloquear un pedido de juicio político, que aún está en ciernes, y otorgó dos carteras al PMDB, entre ellas la del Ministerio de Salud, que es la de mayor presupuesto del estado brasileño. De esa forma, el partido pasó a dirigir siete ministerios.
La crisis brasileña entró en una espiral en 2015 de la mano de un deterioro de la economía, que ese año cayó 3.8% y sentó las bases para que el país se encamine hacia su peor recesión en un siglo si se confirman los pronósticos para 2016, y se agravó con los hallazgos de una trama de sobornos multimillonarios en la estatal Petrobras, que golpeó de lleno al PT y al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.
"La presidenta tiene una óptima oportunidad de renunciar. O caminará hacia el impeachment. Las calles están pidiendo eso. La presión de la sociedad (...) y el descalabro moral que tiene el país exigen que haya un cambio de gobierno", agregó Terra.
El PMDB no está a salvo de los tentáculos de la Operación Lava Jato (lavadero de autos) que reveló un sistema de financiación ilegal de campañas y partidos que drenó más de 2 mil millones de dólares de la petrolera.
De hecho, Cunha, titular de la cámara baja en guerra abierta contra Rousseff, se convirtió este mes en el primer legislador protegido por fueros en ir a juicio tras una decisión unánime de la Corte Suprema.