Dilma Rousseff llama a concordia olímpica mientras avanza el proceso de destitución



La presidenta Dilma Rousseff expresó el viernes la esperanza de que los Juegos Olímpicos sirvan para apaciguar las tensiones en Brasil, aunque su llamado tiene pocas chances de influir en el rápido avance del proceso de destitución que amenaza a su mandato.

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El proceso de destitución, apuesta de resultado incierto para sacar a Brasil de la crisis

Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), se ha esforzado en las últimas semanas por mantener su agenda de trabajo, en un clima político enardecido, aunque debió modificar sus compromisos internacionales.

El Comité Olímpico griego informó que la mandataria había cancelado su participación en la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica a fin de mes en Atenas, un acto de fuerte simbolismo de cara a los juegos que se celebrarán en Rio de Janeiro del 5 al 21 de agosto. En marzo había anulado un viaje a Washington.

Los Juegos debían coronar los éxitos de Brasil antes de que el país se sumiera en la crisis y Dilma Rousseff no perdió la esperanza de que los brasileños empiecen por fin a prestar atención al evento, aunque el calendario del proceso de juicio de destitución no permite saber si en agosto seguirá siendo presidenta.

"Dentro de 25 días, la antorcha olímpica llegará a  Brasil, va a pasar por 329 ciudades (...) y en todos los rincones del país se la portará con orgullo. Y con ella, la gente empieza a darse cuenta de cuán próximos están los Juegos Olímpicos", dijo Rousseff al inaugurar el Estadio Acuático Olímpico, en el oeste de Rio.

Rousseff, que alterna sus actividades oficiales con actos partidistas en los que denuncia una tentativa de "golpe de Estado", también habló de la crisis y retomó su propuesta dialoguista planteada por primera vez el jueves.

"En Brasil no podemos ceder, y me parece que, actualmente, hay cierto clima de lo que yo llamo mal humor, de 'cuanto peor, mejor' (...) que va contra el interés de la necesaria estabilidad económica", declaró.

Destacó igualmente la organización de los Juegos Paralímpicos que se celebrarán en septiembre, como ejemplo de lo que se puede lograr con un espíritu de "convergencia" y "diálogo". "Por eso digo que este es un momento especial, un símbolo y un ejemplo para Brasil de lo que se puede lograr cuando personas de bien se unen por el bien del pueblo brasileño", remató.

La mandataria, ayudada por su predecesor Luiz Inacio Lula da Silva, trata de ganar apoyos para desactivar el juicio de destitución que la oposición impulsa en el Congreso por supuesta manipulación de las cuentas públicas en 2014, año en que fue reelecta, y a inicios de 2015.

La crisis se ve periódicamente potenciada por revelaciones e investigaciones judiciales sobre el escándalo de Petrobras, que tiene al propio Lula y a políticos tanto de la oposición como del oficialismo en la mira.

Pero nada parece frenar la determinación de los adversarios de Rousseff de alterar los ritmos del proceso de destitución, con el plan que podría llevar a separarla de su cargo en mayo y a pronunciar su destitución definitiva seis meses más tarde, sustituyéndola por su vicepresidente centrista Michel Temer, que se ha convertido en su principal adversario.

Este viernes en la tarde, la comisión especial de la destitución, de 65 diputados, abrirá los debates que servirán para determinar si hay razones para recomendar la aprobación del pedido del el proceso de destitución.

Los diputados oficialistas no se hacen ilusiones sobre el resultado de esa discusión, aunque esperan frenar la tramitación de la destitución cuando este sea votado hacia mediados de mes en la Cámara de Diputados, donde debe obtener 342 votos de un total de 513 (dos tercios de los escaños).

Si lo consigue, faltará solo una votación del Senado, prevista a inicios de mayo, para separar a Rousseff por un máximo de seis meses de su cargo, en espera de que la cámara alta dé su fallo definitivo.

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