El Senado aprobó la noche del martes una impopular reforma a las leyes laborales de Brasil, un movimiento crucial para que el asediado presidente Michel Temer demostrara que cuenta con respaldo político mientras intenta sobrevivir a una acusación de corrupción.
Los senadores de oposición intentaron bloquear la votación con una protesta en el estrado del presidente de la cámara alta, pero la sesión se reinició después de una demora de seis horas, y en una votación en la lectura inicial de la medida, el organismo votó a favor 50-26.
El plan es parte de un programa presentado por Temer, que afirma que reactivará a la economía. Los senadores aliados al presidente no tomaron la oportunidad para hablar a favor de relajar las reglas laborales y otros cambios que se presentan en la reforma que, de acuerdo a las encuestas, es sumamente impopular entre los brasileños.
"El pueblo brasileño sabe que esta reforma no traerá empleos", dijo Humberto Costa, líder del Partido de los Trabajadores, de oposición. Después de una tensa jornada, el presidente del Senado Eunicio Oliveira pudo retomar la sesión desde su lugar en las primeras horas de la noche.
Horas antes, senadores rebeldes ocuparon la mesa del presidente de la cámara e impidieron que Oliveira y algunos de sus aliados ocuparan sus escaños. En respuesta, Oliveira ordenó que se cortara la electricidad y los micrófonos, y pospuso la sesión, lo que derivó en horas de negociaciones a puertas cerradas mientras los opositores permanecían en la cámara con su protesta.
Luego de seis horas y desde una silla más pequeña, Oliveira reinició la sesión a pesar de que tenía que dirigirse a gritos a sus colegas, pero pronto los senadores rebeldes pusieron fin a su estrategia dilatoria.
El incidente subraya la enorme división política en Brasil durante los últimos meses, en los que la popularidad de Temer se ha desplomado y las acusaciones de corrupción en su contra han envalentonado a opositores que creen que nunca debió asumir el poder.
Temer llegó a la presidencia el año pasado después de que su predecesora Dilma Rousseff fuera destituida. Dado que Temer resultó electo sólo como vicepresidente en los últimos comicios, muchos brasileños han rechazado sus esfuerzos de lograr la aprobación de una serie de impopulares medidas económicas, entre ellas imponer un límite al gasto gubernamental, reformar el sistema de pensiones y relajar las leyes laborales.
La medida más significativa de la reforma permitiría que los acuerdos negociados entre empleadores y trabajadores sobre diversos asuntos se antepongan a las leyes actuales. La propuesta también facilitaría la contratación de trabajadores temporales, incluso por períodos largos.
Los senadores aún deben debatir si se realizará alguna enmienda. Oliveira y sus aliados intentan votar sin cambios en el Senado la medida que fue aprobada en la cámara baja. De ser aprobada de esa forma, la propuesta pasaría directamente al escritorio de Temer para ser promulgada.
La oposición exige una enmienda, lo que enviaría el plan de regreso a la Cámara de Diputados para una nueva votación. La prensa brasileña ha pronosticado que la propuesta será aprobada pese a que las encuestas indican que no cuenta con respaldo popular.