Oran, cantan y encantan. Ellas son Siervas, la banda de religiosas roqueras que en poco más de una semana pondrá a bailar a miles de católicos y al papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá.
Formada hace cinco años, Siervas ha actuado en once países de América llevando "el mensaje espiritual de Dios" a ritmo de rock and roll y pop latino con sus pegajosas canciones, que ellas mismas componen.
“Nuestra propuesta musical es diferente a la tradicional. Eso nos ha permitido visitar Ecuador, Colombia, Chile, Panamá, Honduras, Guatemala, El Salvador, Estados Unidos, México, Costa Rica”, dice en Lima a la AFP la hermana Dayana Cobos, la vocalista ecuatoriana del grupo, que animará la Jornada del 22 al 27 de enero.
Esta será la tercera vez que la banda de nueve religiosas latinas y asiáticas actúe para el pontífice argentino, luego de debutar ante él en México en 2016 y repetir la experiencia en Perú en enero de 2018.
Cubiertas de los pies a la cabeza por un hábito blanco y negro, ellas solo dejan al descubierto manos y rostro cuando saltan al escenario con guitarra eléctrica, bajo, sintetizador, violín, clarinete, bongós y batería.
Sus canciones buscan transmitir “el mensaje de fe, esperanza y amor” del catolicismo, resalta una entusiasta hermana Dayana, mientras sus compañeras afinan sus instrumentos para un ensayo previo al viaje a Panamá.
Las hermanas roqueras, cuyas edades fluctúan entre 22 y 37 años, pertenecen a la congregación misionera Siervas del Plan de Dios, fundada en Perú en 1998 por el laico Luis Fernando Figari.
Las religiosas han salido indemnes del escándalo protagonizado por el fundador de su congregación, a quien la fiscalía investiga en Perú por denuncias de acoso a seminaristas del movimiento Sodalicio de Vida Cristiana que él creó en 1971. El Vaticano intervino la orden y Figari vive exiliado en Roma.
“Hasta ahora no hemos podido hablar con el papa, nos encantaría”, cuenta a la AFP la hermana Ivonne, chilena de 37 años, compositora y vocalista del grupo. “Si se nos acerca no sabría qué decir, creo que me desmayo”.
Oriunda de Maipú, tomó los hábitos a los 17 años. Sus pequeños ojos brillan cuando habla del inquilino de la Santa Sede.