El presidente del gobierno saliente, el socialista Pedro Sánchez, ganó las elecciones legislativas de este domingo con una mayoría menguante, y la extrema derecha de Vox se instaló como tercera fuerza en un Parlamento que augura un bloqueo político persistente.
Con el recuento ya casi completo de las papeletas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez es el vencedor, con 120 escaños de los 350 de la cámara baja.
Son tres asientos y casi un millón de votos menos que en las legislativas del 28 de abril, cuando el PSOE se impuso también sin mayoría absoluta, con 123 diputados.
La subida más espectacular la protagonizó Vox, que capitalizó la crisis con el separatismo en Cataluña y sumó 52 escaños, más del doble de los 24 obtenidos en abril.
Es la gesta política "más rápida y más fulgurante de la democracia española", clamó exultante su líder, Santiago Abascal, ante cientos de simpatizantes que ondeaban banderas españolas.
El conservador Partido Popular (PP) subió también con fuerza, de 66 a 87, mientras que Ciudadanos, la formación de centro-derecha liberal, fue pulverizada al caer de 57 diputados a sólo 10.
La izquierda radical de Podemos cedió, quedándose en 35 diputados, y su escisión Más País entró en la cámara con 3 diputados.
En cualquier caso no hay mayoría absoluta ni para el bloque de derechas (PP, Vox y Ciudadanos) ni para las izquierdas (PSOE, Podemos y Más País), que globalmente superan a los conservadores.
El panorama amenaza con prolongar el bloqueo crónico que atenaza la política española desde 2015, cuando la irrupción de Podemos y Ciudadanos puso fin al tradicional bipartidismo PSOE/PP.
Desde entonces ha habido cuatro elecciones legislativas, gobiernos débiles y poca legislación en el Parlamento de un país que ahora enfrenta señales serias de ralentización económica.
La de este domingo fue una repetición electoral consecutiva al fracaso de PSOE y Podemos de acordar, durante el verano, un gobierno de coalición que habría sido el primero en estas cuatro décadas de democracia en España.
"La única manera de frenar a la extrema derecha en España es con un gobierno que tenga estabilidad parlamentaria suficiente", argumentó el líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien volvió a ofrecer una coalición al PSOE.
"He votado a la derecha, porque las cosas más importantes son la unidad de España y (garantizar) las pensiones", indicó a la AFP Rafael García, de 84 años, en el madrileño barrio de Hortaleza, donde muchas ventanas estaban adornadas con banderas españolas.
Una de las dominantes de la campaña fue Cataluña, donde sigue vivo el pulso del separatismo contra el Estado.
La temperatura se disparó con la condena en octubre de nueve líderes independentistas a penas de prisión de entre 9 y 13 años de cárcel, por su papel en el fracasado intento de secesión de 2017.
La sentencia dio paso a una semana de disturbios en Cataluña, que llenó las televisiones de imágenes de barricadas ardiendo y cargas policiales, y dejó un saldo de unos 600 heridos.
"Me planteé no votar, otra vez, ¡qué pesadilla!, pero luego me habría disgustado si gana la derecha con la ultraderecha", dijo Mari Carmen López, 25 años, luego de dar su voto en el barrio barcelonés de Sant Andreu a Podemos.
El principal beneficiado de la crisis catalana fue Vox, un partido que entró en el Parlamento en abril y cuyo líder, Santiago Abascal, propugna "soluciones drásticas": suspender la autonomía catalana, ilegalizar a los partidos soberanistas, y detener al presidente de la región, Quim Torra.
Los partidos separatistas también sacaron músculo, ya que las tres listas que se presentaron sumaron 23 diputados de 48 en juego, uno más que en abril.
Sánchez no dejó de acusar a PP y Ciudadanos de tener un discurso "colonizado" por Vox, gracias al cual gobiernan las regiones de Andalucía y Madrid, y la alcaldía de la capital española.
Durante la campaña, Sánchez cumplió una de sus promesas realizadas al poco de llegar al poder en junio de 2018: exhumar los restos del dictador Francisco Franco del mausoleo donde fueron colocados tras su fallecimiento en 1975.
Poco se habló en cambio de economía, pese a los recientes indicadores que apuntan a una ralentización en la cuarta potencia del euro.