El Tribunal Superior Electoral (TSE) reanudó este miércoles 7 de junio el juicio que podría dejar a Brasil sin presidente por segunda vez en poco más de 1 año, con una polémica entre magistrados por las pruebas admisibles.
El presidente del TSE, Gilmar Mendes, tildó de “falaz” al relator del caso, Herman Benjamin, por pretender incluir en la causa testimonios posteriores a los del periodo de instrucción.
Benjamin debería dar a conocer durante la sesión su voto, que se espera favorable a la invalidación de los comicios de 2014 en los cuales resultó reelecta la fórmula Dilma Rousseff (PT, izquierda)-Michel Temer (PMDB, centroderecha).
El TSE juzga si la campaña cometió abusos de poder político y económico y se benefició de financiación ilegal procedente del megafraude a Petrobras.
Después de Benjamin deberán votar los otros seis magistrados del tribunal. Hay otras dos sesiones previstas para el jueves, aunque el proceso podría interrumpirse si alguno de los jueces pide una “vista” para analizar mejor el expediente.
Temer, que asumió el poder hace un año tras la destitución de Rousseff por el Congreso, mantenía por su lado su “agenda positiva”, con el lanzamiento previsto a finales de la mañana de un plan de apoyo a la agricultura.
El presidente está “tranquilo, aguardando el posicionamiento del tribunal”, dijo antes de entrar a la sala del juicio en Brasilia Gustavo Guedes, abogado de Temer.
El juicio, que trata de denuncias de finales de 2014 e inicios de 2015, se realiza bajo fuerte presión política, desde que hace tres semanas salió a relucir una grabación hecha por uno de los dueños del gigante de la alimentación JBS, en la que se oye a Temer dar su aparente aval al pago de sobornos a un exdiputado, preso por el escándalo Petrobras.
La corte suprema abrió desde entonces una investigación contra Temer por sospechas de corrupción, obstrucción a la justicia y organización criminal.
El jefe de estado tiene plazo hasta el viernes por la tarde para responder a un interrogatorio con 82 preguntas sobre la explosiva grabación.
El orden del día preveía en el TSE tratar de forma preliminar el pedido de las defensas para excluir los testimonios de exejecutivos de Odebrecht, que contienen las acusaciones más graves contra la fórmula presidencial, sospechosa de haber recibido sumas millonarias de la constructora durante la campaña.
Pero Benjamin rechazó separar los temas, alegando que se trata de cuestiones “indisociables”. El presidente del tribunal admitió que el relator comunique primero su voto, y que solo luego se discuta si había lugar para discutir separadamente las objeciones de la defensa.
Pero Mendes rechazó la pretensión de plenos poderes del juez de instrucción para recurrir a eventuales pruebas que hubiesen surgido después de la presentación de la denuncia. Eso abriría las puertas, adujo Mendes, a incluir las denuncias del grupo JBS y hasta las de Antonio Palocci, un poderoso exministro de Lula da Silva (2003-2010) y de Rousseff, quien según los medios negocia una “delación premiada” con la justicia. “Hay límites”, subrayó. “Sería falaz si no me hubiera atenido a esos parámetros”, repuso Benjamin, alegando que las primeras denuncias sobre los sobornos pagados a políticos por grandes constructoras para obtener contratos en Petrobras ya habían surgido con el inicio de la investigación Lava Jato en marzo de 2014.