El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visita este martes Puerto Rico, arrasado por huracanes, con la idea de acallar las críticas a su gobierno por la demora en atender la crisis humanitaria que vive este territorio estadounidense en el Caribe.
Casi dos semanas después de que el potente huracán María golpeara la isla, gran parte de los 3.4 millones de habitantes siguen sin acceder a electricidad y agua potable, y la comida y gasolina escasean en medio de enormes daños a la infraestructura.
Trump, que se ha enfrentado públicamente con la alcaldesa de la capital San Juan, Carmen Yulin Cruz, por la respuesta de socorro de Washington, afirmó antes de partir desde Washington que incluso sus detractores están reconociendo el "gran trabajo que hemos hecho".
"Ahora los caminos están despejados y la comunicación está empezando a volver. Los conductores tienen que empezar a conducir camiones. Tenemos que hacer eso, así que a nivel local tienen que ayudarnos", dijo el mandatario a periodistas.
Trump quiere demostrar que el gobierno federal lidera los esfuerzos de recuperación en Puerto Rico, un Estado Libre Asociado a Estados Unidos desde 1952.
Y sobre todo, quiere dejar claro que los puertorriqueños, que son ciudadanos estadounidenses, no han sido olvidados.
Los críticos del presidente afirman que la respuesta inicial al desastre provocado por María, luego del también devastador paso del huracán Irma, no fue lo suficientemente rápida o amplia.
En una serie de tuits el fin de semana, Trump reprendió a la alcaldesa de San Juan, quien apareció varias veces en televisión diciendo que la gente se estaba muriendo y solicitando con desesperación ayuda.
Trump sugirió que los puertorriqueños son unos "ingratos" que "quieren que hagan todo por ellos".
El mandatario acusó además a los medios de comunicación de mentir sobre el "gran trabajo" que Washington estaba haciendo en la isla.
"Hemos hecho un gran trabajo con una situación casi imposible en Puerto Rico. Fuera de las noticias falsas o motivaciones políticas ingratas... la gente ahora empieza a reconocer el increíble trabajo que se ha hecho", escribió.
La Casa Blanca, por su parte, informó en los últimos días detalladamente sobre las actividades de socorro en Puerto Rico, con fotos, gráficas y videos.
Trump habló incluso con el exgobernador de Puerto Rico Luis Fortuño, que vive en Washington y trabaja como cabildero, comprometiéndose a aumentar los recursos para la devastada isla.
Afortunadamente para la Casa Blanca, pocos puertorriqueños han tenido tiempo y energía para leer o escuchar al presidente.
Pero la visita de Trump estará cuidadosamente organizada para evitar cualquier atisbo de protesta embarazosa.
Trump, que viaja con la primera dama Melania, es esperado en la Base Aérea Muñiz, cerca de San Juan, para cumplir una agenda de cinco horas, que incluye reuniones con socorristas, funcionarios de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) y residentes locales.
También se espera que se reúna con el gobernador de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, otro territorio estadounidense en el Caribe destruido por María.
En las últimas semanas, Trump ha visitado áreas de Florida, Luisiana y Texas que sufrieron los destructores efectos de potentes huracanes esta temporada.
Pero su viaje a Puerto Rico, que normalmente sería visto como una rutinaria muestra de empatía presidencial, ha adquirido un significado político desmesurado.
"Ha sido increíble lo que se ha hecho en un período muy corto de tiempo en Puerto Rico", dijo Trump, al defender la reacción de su gobierno ante el desastre.