Tras dos días consecutivos de balaceras, con un total de nueve fallecidos, dos de las joyas de la costa caribeña de México están en vilo. El gobierno de Estados Unidos lanzó una advertencia para sus ciudadanos de visita en la zona.
Mientras los investigadores trabajaban el martes en la discoteca de Playa del Carmen donde la madrugada anterior murieron cinco personas por disparos, la región volvió a verse sacudida cuando hombres armados asaltaron por la tarde la oficina de la fiscalía del estado de Quintana Roo en Cancún. Cuatro personas fallecieron en el incidente.
Las autoridades atribuyeron ambos incidentes al crimen organizado, pero no explicaron a quién podrían estar vinculados.
Dos mujeres se abrazaban llorando el martes en la noche mientras observaban un charco de sangre y una vela titilante en la puerta de las dependencias de la fiscalía. Un agente y tres presuntos atacantes murieron mientras la policía repelía el asalto y cinco sospechosos fueron detenidos, señaló el gobernador de la región, Carlos Joaquín.
El gobernador pidió calma y anunció que el gobierno federal envió refuerzos para garantizar la seguridad de la zona. "Los cancunenses y nuestros visitantes pueden hacer su vida normal", declaró en un discurso televisado. "Repito, las fuerzas de los tres niveles de gobierno protegen a la sociedad".
Pero en el centro de la ciudad, lejos de la zona de hoteles donde se aloja la mayoría de los extranjeros, la tensión era palpable.
Poco después de la balacera en la fiscalía, una caravana de camiones policiales se dirigió al centro comercial Plaza de las Américas, donde cientos de atemorizados compradores corrieron hacia las salidas después de que algunas personas dijeron escuchar disparos. Soldados con equipos de combate revisaron el inmueble.
Más tarde, un funcionario de la fiscalía aclaró que la alerta en el centro comercial resultó ser una falsa alarma. Aunque algunos clientes reportaron disparos, los investigadores no hallaron ningún indicio al respecto, apuntó el responsable, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a informar a la prensa.
El consulado de Estados Unidos en Mérida emitió una alerta tras los incidentes en Cancún e instó a sus ciudadanos a tener cuidado y a "seguir las advertencias y directivas de las autoridades locales y a consultar con sus hoteles antes de abandonar sus instalaciones".
Las autoridades revelaron pocos detalles del asalto a la fiscalía, incluyendo el número de atacantes o información sobre los detenidos.
David Franco esperaba nervioso con su familia en el exterior de la oficina el martes en la noche, diciendo que temían que su cuñado hubiese sido detenido por error tras el incidente. Explicó que el hombre llamó a su esposa para decirle que estaba atrapado en medio de un tiroteo y que su coche había sido alcanzado dos veces por las balas. Lo último que la mujer escuchó fue: "Nos están llevando. Nos están llevando". Pero no sabía quiénes ni a dónde.
La familia buscó al cuñado de forma frenética por toda la ciudad antes de enterarse de que estaba siendo interrogado en la fiscalía, agregó Franco, que explicó que el hombre se dirigía a su trabajo. Su auto seguía estacionado en doble fila a unos 30 metros (yardas).
La balacera de Cancún se produjo un día después de que cinco personas, tres de ellas extranjeros, murieron en un club nocturno a pie de playa durante el festival de música electrónica BPM en Playa de Carmen.
La hipótesis de que ese tiroteo estuvo relacionado con el narcotráfico se fortaleció el martes tras la breve aparición de una pancarta en una carretera, firmada por Zetas vieja escuela", una escisión del cártel de los Zetas, que insinuaba que el ataque era fruto de una lucha entre grupos del crimen organizado.
Investigadores estudian si la pancarta se refirió al festival BPM o a uno de sus organizadores, explicó el fiscal de Quintana Roo, Miguel Ángel Pech. Las autoridades investigan si el asalto, que dejó 15 heridos, se debió a un caso de extorsión, a un conflicto por narcomenudeo o a que alguien contratara a una persona para matar a uno de los clientes del local, agregó.
De pie ante un memorial con flores y velas en la discoteca Blue Parrot, Rubén Aguinaga, de la Ciudad de México, intentaba buscar sentido el martes al incidente que empañó un festival de música divertido y alegre al que asistía por tercera vez. Preguntado por si regresará, Aguinaga señaló que tendrá que pensárselo.
"Que este tipo de cosas pasen me da lástima, me da tristeza, me da impotencia, me da enojo", manifestó.