Valter Lavítola, condenado a un total de siete años y siete meses de prisión en cuatro procesos penales y acusado de corrupción internacional en Panamá, sermoneó al fiscal Paolo Ielo durante unos 15 minutos en el centro de la sala judicial, al término de una breve audiencia que debe proseguir el próximo 11 de junio.
El cara a cara, a baja voz, tuvo lugar a pocos metros del público, con dos agentes de la Policía Penitenciaria a diestro y siniestro, ante el abogado Gennaro Fredella, que asistió con rostro estupefacto a la plática del reo.
El magistrado, que demostró una paciencia inmensa, le interrumpió hasta cinco veces con las expresiones “perdone, usted…”, “disculpe, pero…”, “yo ya le he escuchado…”, “su propuesta es…”, según pudieron escuchar algunos presentes, entre los que se encontraban la esposa del acusado, Estella, o el ex director comercial de Finmeccanica, Paolo Pozzessere, presunto cómplice en la coima de $25 millones que la empresa italiana tenía previsto pagar a la sociedad instrumental panameña Agafia.
Al final, Lavítola pidió autorización para hablar con su esposa y el magistrado le concedió un minuto de tiempo antes de que los agentes de la Policía Penitenciaria lo condujeran al vehículo que lo devolvió a la prisión de Nápoles a media tarde.
La Prensa consultó al fiscal Ielo el motivo y contenido del alegato de Lavítola, pero el magistrado respondió de forma escueta que era materia reservada de la que no podía hablar. Sin embargo, una fuente judicial indicó a este periódico que el singular incidente podría estar relacionado con discrepancias sobre las pruebas de la investigación o sobre un posible patteggiamento o acuerdo con la Fiscalía por el cual los acusados admiten una pena de prisión sin un reconocimiento formal del delito.
En la próxima audiencia, prevista para el 11 de junio, declarará el testigo Fabio Sansivieri, el excolaborador de Lavítola y buen conocedor de sus actividades ilícitas. También está previsto el interrogatorio a los acusados, según confirmó la presidenta del Colegio de Jueces.
EL NUDO JUDICIAL DE LA CORRUPCIÓN INTERNACIONAL
La fiscalía dispone de documentación judicial suficiente para probar que por la venta de los helicópteros, los radares y el sistema de cartografía digital, Finmeccanica tenía previsto el pago de una coima de $25 millones a Agafia de Panamá, cuya presidenta era Karen de Gracia, expareja de Lavítola, este último representante con retribución mensual de la empresa italiana.
Por su parte, Lavítola ha alegado en sus declaraciones que la cuenta bancaria de Agafia que él abrió en Bulgaria y en la que supuestamente debía depositarse la coima, respondía únicamente a cuestiones de ahorro fiscal, argumento poco convincente puesto que no tenía ningún cargo oficial en la sociedad panameña.
Por último, Finmeccanica pretende erigirse víctima de un contubernio de Lavítola y defiende que evitó la corrupción internacional al no abonar la coima a Agafia. Pero no desvela por qué no la pagó, si sospechó que el socio oculto podía ser el expresidente Martinelli -como argumenta la fiscalía- ni dónde están depositados los $25 millones que, a fin de cuentas, terminó pagando la República de Panamá. Para el coloso de la industria militar italiana, no importa cómo sino demostrar que no hubo corruptos ni corruptores. Ni coima de $25 millones.