Papa Francisco auspicia en el Vaticano acuerdo político entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe

Papa Francisco auspicia en el Vaticano acuerdo político entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe


Un día antes de cumplir 80 años, el papa Francisco volvió a hacer gala de sus excelentes dotes como mediador al conseguir que los dos líderes políticos que han polarizado Colombia durante los seis últimos años se reunieran en el Vaticano.

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La reunión entre el presidente Juan Manuel Santos y su principal opositor Álvaro Uribe –auspiciado por la autoridad moral que para ambos inspira su anfitrión– duró unos 25 minutos.

Jorge Mario Bergoglio, que nunca ha ocultado su respaldo al proceso de paz y ha anticipado que viajará a Colombia una vez sea "blindado" el acuerdo, instó a ambos al diálogo sincero.

El primero en llegar a la biblioteca privada del pontífice en el palacio Apostólico fue, como estaba previsto, Santos, quien ya tenía confirmada para este viernes la audiencia con Francisco como parte de su gira por Europa. Nada más verse el papa estrechó la mano del presidente de Colombia –quien recogió en Oslo el Nobel de la Paz la semana pasada– y le recordó que era la tercera vez que se veían.

Ya sin cámaras, Santos le dijo: "Necesitamos su ayuda". El mandatario sudamericano obsequió a Francisco el llamado "balígrafo", una bala de ametralladora convertida en bolígrafo con el que Santos y el líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, firmaron los acuerdos de paz en Cartagena de Indias.

La bala calibre 50 transformada en bolígrafo tenía grabada la frase: "Las balas escribieron nuestro pasado. La paz, nuestro futuro", que es la misma que Santos le dijo a Timochenko cuando las partes firmaron el acuerdo sobre cese al fuego y de hostilidades bilateral en La Habana.

Por su parte, Francisco le regaló un medallón en bronce que simboliza la paz, el discurso para la Jornada Mundial de la Paz en la que invita a los mandatarios a la "no violencia" y los tres libros que ha escrito durante el pontificado.

Según informó el Vaticano en una nota de prensa, durante la reunión bilateral se constató "el apoyo del papa al proceso de paz, así como la esperanza de que dicha paz sea estable y duradera".

"En ese sentido, se ha puesto de relieve la importancia del encuentro y de la unidad entre las fuerzas políticas colombianas y del compromiso de las FARC-EP, mientras la Iglesia local podrá continuar ofreciendo su contribución a favor de la reconciliación nacional y de la educación al perdón y a la concordia", agregó el comunicado.

Después fue el turno de Uribe, quien viajó por sorpresa a Roma, tras haber recibido una llamada telefónica urgente del secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, para tantear su disponibilidad de reunirse con su archienemigo político en terreno neutral.

La reunión entre el papa y el expresidente colombiano duró poco más de 20 minutos. Tras esos dos encuentros bilaterales tuvo lugar la reunión a tres.

Se trató del segundo cara a cara entre Santos y Uribe, en los últimos seis años, después del que tuvieron el 5 de octubre pasado en la sede de gobierno de Bogotá, tras el rechazo de los colombianos al primer pacto suscrito por el presidente Santos y Timochenko.

DIFERENCIAS 

Pero poco se ha avanzado en estos dos meses y medio. Las objeciones que había planteado Uribe, sobre todo lo relacionado a la levedad de las penas para los líderes guerrilleros y su reconversión a la política como legisladores han sido ignoradas en la nueva versión que gestó el gobierno de Santos.

Según constató el propio expresidente Uribe a la salida de la reunión, el choque es frontal y la única salida para prosperar es la "apertura" de Santos.

"Después de que ganó el 'no', hubo diálogos, modificaciones que aceptamos, pero hay temas que subsisten, muy delicados y que el gobierno no ha querido reformarlos. Le pedí apertura a Santos delante de su santidad", recalcó. "Yo soy apenas una de las personas que el 2 de octubre votó por el 'no'. Queremos la paz, pero tenemos desacuerdos", afirmó Uribe.

Sobre los puntos de conflicto que le enfrentan a Santos declaró que “los procesos de impunidad total han sembrado mal ejemplo”. “Se están desmovilizando 5 mil 600 de las FARC, pero quedan unos disidentes y quedan 4 mil 500 ELN y también 3 mil 500 bandas criminales”, reiteró. Sobre la utilidad de la reunión acotó que le ayudó a “provocar reflexiones”.

Por su parte, Santos declaró que había señalado a Uribe su disponibilidad para "seguir dialogando" y ver cómo se va a implementar el nuevo acuerdo de paz ratificado recientemente por el Parlamento.

"Aquí hay una oportunidad para demostrar que podemos ponernos de acuerdo sobre cosas importantes para el país", declaró.

En este sentido, reconoció que ahora comienza lo "más difícil" en relación con la construcción de la paz. "Esto sí requiere el esfuerzo de mucha gente durante mucho tiempo y eso es lo que Colombia tiene por delante afortunadamente ya sin el lastre de una guerra y conflicto armado”, manifestó. Pero al final nada ha cambiado.

Las posiciones siguen siendo las mismas a uno y otro lado. Las esperanzas de los que vieron en la diplomacia vaticana el instrumento necesario para fraguar un acuerdo político entre las dos facciones confrontadas y salvar así el proceso de paz con las FARC se desvanecieron en cuanto se empezó a filtrar el fallido resultado del encuentro.

La realidad es que, tras la reunión en el Vaticano, el proceso de paz en Colombia continúa siendo un enrevesado laberinto del que es difícil encontrar la salida.

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