El presidente chino, Xi Jinping, llegó a Portugal este martes para cerrar una gira mundial que incluyó visitas a España, Panamá y Argentina.
En todos los países su llegada fue rimbombante, con las instituciones estatales plegadas a su agenda e interrupciones en el tráfico para que circulase su imponente comitiva.
Pero su estancia en la cuna de José Saramago fue todavía más espectacular.
Se gastó dos millones de euros (2.2 millones de dólares) en los dos días que se hospedó en el histórico Hotel Ritz, según apunta el diario portugués Jornal i.
La elevada cuenta no corresponde solo a la suite presidencial del décimo piso, con vistas a la ciudad de la desembocadura del Tajo.
Xi Jinping solo confía en productos Made in China y trajo consigo tres limusinas blindadas cuyo tamaño excedía las dimensiones de la entrada del lujoso hotel.
Para agrandarla, hubo que hacer obras que pagó sin rechistar de su bolsillo. Lo mismo sucedió en la salida de emergencia del aeropuerto Humberto Delgado.
El Ritz también tuvo que adaptar su menú a la gastronomía china.
Eso sí, como algunos reyes y emperadores del pasado, que temían ser envenenados, Xi Jinping vino acompañado de sus propios cocineros de confianza.
El presidente de China, donde todo avanza a la velocidad de la luz, desplegó además de sus excentricidades, sus deseos de inversión en Europa y América Latina, aunque -como era de esperar- no compareció en ningún caso ante la prensa.

