Cinco casos al día antes de la pandemia, ocho durante la cuarentena de 2020 y 16 ahora: las desapariciones de mujeres registran un silencioso pero “alarmante” aumento en Perú.
Las familias afectadas aseguran que la policía y la fiscalía no se molestan mucho en investigar estos casos porque presumen que la víctimas se marcharon voluntariamente, sin considerar que Perú tiene altas cifras de feminicidios y que existen redes de trata de personas y prostitución forzada.
“No hay una investigación seria. Nosotros pensábamos que la policía nos iba ayudar, pero no es así”, dice a la AFP Patricia Acosta, quien busca desde hace cinco años a su hija y a sus dos nietas desaparecidas cuando tenían 23 años la mamá y las pequeñas, 5 una y la otra 7 meses. Habían asistido a una fiesta infantil en Lima.
La desaparición de mujeres es un problema endémico en Perú, pero los ciudadanos parecen estar más preocupados por la pandemia y la crisis económica.
En el primer semestre fueron denunciadas 2,891 desapariciones de mujeres, un promedio de 16 por día, según la Defensoría del Pueblo (ombudsman). Casi dos tercios son menores de edad (1,819).
Durante la cuarentena de más de 100 días por la pandemia en 2020, entre marzo y junio, hubo ocho desapariciones diarias en promedio y cinco en 2019, según cifras oficiales.
“Vemos un incremento. Esto preocupa porque estamos hablando de mujeres que en su mayoría siendo niñas y adolescentes son reportadas como desaparecidas”, dice a la AFP la responsable adjunta de Derechos de la Mujer de la Defensoría, Eliana Revollar.
“Hay organizaciones [criminales] que están detrás de esto y ese es un tema que a la Defensoría preocupa”, afirma. “Es una cifra alarmante, y tan alarmante que como por ejemplo también hay una asociación de la desaparición de mujeres con los feminicidios”, agrega.
En 2019, una décima parte de los 166 feminicidios fueron catalogados al comienzo como desapariciones, según la Defensoría. En el primer semestre de este año hubo 76 feminicidios, cifra similar a 2020.
“Tenemos casos que las parejas, después de haberlas ultimado, denuncian la desaparición y [fingen que] buscan a sus parejas”, explica Revollar.
Patricia Acosta cuenta que su hija Estefhany Díaz tenía 23 años cuando llevó a sus hijas Tatiana, de 5, y Yamile, de 7 meses, a una fiesta infantil el domingo 24 de abril de 2016. Nunca regresaron.
“Es como si se las hubiera tragado la tierra. Mi hija no ha desaparecido, la han desaparecido. Nosotros las seguimos buscando, esto no tiene fecha de vencimiento”, indica la mujer de 49 años a la AFP.
Norma Rivera, de 56 años, busca desde hace más de cuatro años a su hija Shirley Villanueva.
Shirley desapareció cuando tenía 24 tras acudir con tres compañeros de la carrera de Geografía a un local a ver un partido entre las selecciones de Perú y Venezuela, el 23 de marzo de 2017.
“Hasta el día de hoy, a pesar de las circunstancias, a pesar de la pandemia, sigo buscando”, dice a la AFP Rivera, quien recorre playas y otros sitios de Lima en busca de indicios para encontrar a su hija.
Días después, sus compañeros dijeron a la policía que tras el partido fueron a la playa Marbella, bebieron alcohol, Shirley entró a bañarse al mar y se ahogó. No hay cadáver ni otra evidencia que respalde tal versión, por lo que la madre sigue buscando.
“Mientras tenga vida y fuerzas voy a seguir en la lucha por saber la verdad de lo que pasó a mi hija”, dice Rivera mientras recorre la playa Agua Dulce de Lima, vestida de negro y con una mascarilla con la frase: “C*D* VEZ H*Y M*S DES*P*RECID*S. TENLAS PRESENTE, BÚSCALAS” (Cada vez hay más desaparecidas, ndlr).
En febrero del 2020, tuvo gran difusión el hallazgo en Lima del cuerpo mutilado de Solsiret Rodríguez, de 23 años, universitaria y activista contra la violencia de género, desaparecida cuatro años antes.
Su desaparición movilizó a organizaciones de mujeres, pero la policía aseguró que Solsiret se había marchado al norte del país con una amiga. Lo mismo declaró ante el Congreso el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrío.
Tras el hallazgo, el exministro pidió perdón y afirmó que el trabajo de investigación de la policía fue “pésimo y hasta frívolo”.
Por el crimen de la universitaria fueron detenidos su cuñado y la pareja de él.