Presa política desde el pasado 13 de junio del 2021 la abogada y activista defensora de los derechos humanos, Ana Margarita Vijil, se encuentra en aislamiento y con imposibilidad de recibir visitas de familiares y allegados en el Centro Carcelario Evaristo Vásquez, según lo expresan sus familiares.
No obstante, en las últimas horas sus allegados denunciaron las agresiones que recibió Vijil en su celda, por parte de un jefe policial en “estado de ebriedad”.
La Prensa contacto a su sobrina, Ana Lucía Álvarez, quien relató la situación que atraviesa Ana Margarita Vijil y los más de 150 presos políticos que se oponen al régimen que tiene Daniel Ortega en Nicaragua.
“Vivimos en un Estado policíaco, casi en Estado de sitio y desde hace tres años se ha venido gestando una política de represión sistemática y generalizada, ejerciendo terrorismo de Estado contra la población civil y constantes violaciones a los derechos humanos, que organizaciones como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, específicamente el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, calificó como crímenes de lesa humanidad”, señaló Álvarez.
Al ser consultada por la situación de su tía, Ana Margarita Vijil, Álvarez afirmó que “desde su detención, con el fin de acallar las voces y contener el descontento popular, que pudiese poner en evidencia el fraude electoral, llegaron a su residencia sin orden judicial ni de captura ni allanamiento, con un despliegue excesivo desmesurado de la fuerza; con policía militarizada, Ana Margarita pasó por desaparición forzada y ocultamiento de paradero por más de 90 días”, detalló.
Álvarez agregó que aunque sabían que estaba detenida por el gobierno de Ortega, “no sabíamos en qué condiciones y nunca pudimos corroborar donde decían” que estaba.
El hecho fue catalogado por Amnistía Internacional como una desaparición forzada.
Según su sobrina, Vijil estuvo sus primeros 90 días de detención incomunicada hasta que se le permitió tener contacto con sus familiares en primera instancia. La segunda oportunidad se dio 45 días después; mientras que a la fecha hace más de 45 días que no se tiene comunicación con ella.
“Está en aislamiento, en solitario y en su celda tiene un oficial 24/7 que le impide comunicarse ni verbal ni con gestos con otros presos políticos. El nivel de incomunicación es tal que ni siquiera nos dejan escribir su nombre en lo que nos dejan ingresar a su lugar de encarcelamiento; botellas de agua, porque nuestra escritura representa una conexión entre ella y su familia”, dijo.