Algunas tienen una década o más, pero su vigencia persiste. Son palabras del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, recogidas de entrevistas y artículos publicados en La Prensa, que trazan un retrato intelectual de uno de los escritores más influyentes del mundo hispano:
“Muchos de los textos no los reconozco porque están escritos hace mucho tiempo y otros defienden unas posiciones que ya no son las mías, pero al mismo tiempo constituyen la historia de un escritor. Es fundamental ese pasado rico, contradictorio, complicado, en el que hay artículos muy contradictorios”.
Desde su autocrítica como ensayista hasta sus opiniones sobre regímenes autoritarios y el rumbo de la cultura contemporánea, Vargas Llosa fue una voz incómoda, directa y muchas veces polémica.

“La historia del África es tan triste como lo ha sido –y lo sigue siendo en buena parte– la de América Latina. Nunca aprendimos que la democracia no sólo consiste en que haya independencia de poderes y diversidad política, sino en tener políticos honrados, que respeten las leyes y que no se aprovechen del poder para enriquecerse y liquidar al adversario”.
Con firmeza señaló el deterioro de la democracia en países como Venezuela:
“El caso trágico de Venezuela es que ahora ya no hay elecciones libres, ya no hay libertad de expresión. Ahora se ha establecido una dictadura totalitaria”.
También advirtió sobre el colapso del pensamiento crítico y el auge de una cultura superficial:
“Si la cultura deja de hacer esfuerzo intelectual deja de cumplir su rol fundamental porque el espíritu crítico se empobrece y puede llegar a desaparecer”.
Y señaló el efecto de las dictaduras prolongadas sobre generaciones enteras:
“...Hay casi cuatro generaciones de cubanos que solo conocen la dictadura y entonces su muerte es como bolita de nieve que empieza a correr, es como la muerte de Stalin, como la muerte de todos los grandes dictadores”.
