Mientras la ola de calor azotaba a Europa, en Hungría varios estudiantes trataban de diseñar la vivienda ecológica del futuro, con materiales reciclados, fachadas vegetalizadas y paneles solares, en una competición de arquitectura sostenible acorde con la emergencia climática actual.
El Solar Decathlon es una competición universitaria internacional en la que se enfrentan estudiantes de arquitectura, ingeniería y urbanismo. Su reto es construir en dos semanas un prototipo de hábitat funcional con el sol como única fuente de energía.
El concurso se celebra cada dos o tres años. En esta ocasión tuvo lugar en una zona rural de las afueras de Budapest, con el mercurio disparado en pleno mes de julio. Terminará este domingo.
"Pudimos crear con total libertad, sin tener al cliente encima de ti, ¡algo raro en nuestra profesión!", comentó Gheorghe Ciobanu, un joven arquitecto rumano, cansado pero feliz.
Los 500 concursantes, procedentes de 13 países, rivalizaron en imaginación para conciliar eficacia energética, confort, estética, calidad... y convencer al jurado.
Para esta cuarta edición, que se organizó en un parque de la universidad tecnológica de Szentendre, había que "presentar un proyecto relacionado con la renovación de un hábitat existente", indicó Louise Holloway, directora de la fundación holandesa Energy Endeavour, que supervisa la competición, patrocinada por empresas privadas y organismos públicos.
La casa de madera de forma cúbica del equipo rumano, en la que el agua de ducha se recicla y cuyos ventiladores tienen filtros de lana de oveja, se diseñó para ser construida en la azotea de bloques de apartamentos subvencionados.
"La mayoría de rumanos reside en este tipo de viviendas. Para hacerlas más grandes, construyen balcones ellos mismos, lo que es ilegal y peligroso. Un techo puede albergar hasta seis de nuestras casas", explicó Gheorghe Ciobanu.
El proyecto de la Universidad de Sevilla también está muy vinculado a la realidad social: un conjunto de cubos de lona alquitranada adosados por vigas metálicas. Una estructura pensada para ser enganchada en la fachada de un edificio.
"En Sevilla, algunos bloques de viviendas subvencionadas están tan deteriorados que los ascensores ya no funcionan y los ancianos que viven en los pisos más altos no pueden salir. Podríamos instalar un ascensor en esta estructura, que además tiene la ventaja de aislar el edificio del calor y ofrecer espacios adicionales a los habitantes", explicó Rocío Curto, estudiante de arquitectura.
Por su parte, el equipo "Habiter 2030", procedente del norte de Francia, repensó la casa adosada de ladrillo típica de la región, un verdadero colador energético. "Utilizamos un mínimo de tecnología y un máximo de materiales sostenibles y de origen biológico", indicó Philippe Bouleau, uno de los participantes.
Nada de plástico en este pequeño edificio: la estructura es de madera y de ladrillos de barro; la fachada exterior, de cal y caña que aíslan y absorben el dióxido de carbono. "Revestimos las paredes interiores con arcilla, agua y arena. Un buen aislante y fácil de hacer", explicó la estudiante Camille Huguet.
Los paneles solares fueron diseñados para que sean capaces de calentar su vivienda y la de los vecinos, y así compartir gastos. "Esto no es solo un objeto de arquitectura, sino un proyecto social. El objetivo es luchar contra la precariedad energética que afecta a uno de cada cinco habitantes en Hauts-de-France", la región de la que es oriunda el equipo, señaló Joceyln Gac, miembro del mismo.
El equipo de la Universidad de Delft (Holanda) imaginó transformar las oficinas de una torre de Rotterdam en apartamentos. Un conjunto de tabiques de madera y aglomerado que se inserta en la estructura existente como un cangrejo ermitaño en su concha.
El apartamento, que colecta y recicla las aguas, "produce más agua limpia de la que consume", subraya orgulloso Okan Turkcan, de 24 años, jefe del proyecto.
Algunos proyectos cobrarán vida tras el concurso. "Vamos a remontar nuestro prototipo en Barcelona, se convertirá en una casa de barrio" destinada a "implicar a los habitantes en la transición energética", señaló Xavier Ruiz, de la Universidad politécnica de Cataluña (España).
En Lille, el proyecto "Habiter 2030" logró convencer a las autoridades y debería conducir a la renovación de una serie de viviendas en esa ciudad del norte de Francia.