El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que se encamina a un cuarto mandato en las elecciones de este domingo, con siete aspirantes rivales detenidos, acusó a los opositores de “terroristas” y “demonios” que conspiraron para impedir los comicios.
“Este día (estamos) desafiando a los que promueven el terrorismo, financian la guerra, a los que sembraron el terror, la muerte” en las protestas contra el gobierno de 2018, dijo Ortega en un acto en Managua, tras votar junto a su esposa Rosario Murillo.
Ortega, quien llegó al poder por las urnas hace 14 años y el jueves cumplirá 76 años, se apresta a iniciar otros cinco años como presidente, a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda), junto a Murillo (70), candidata a la vicepresidencia por segunda vez.
Su permanencia en el poder no está en duda. El exguerrillero sandinista, quien también gobernó en los años 1980 luego de que el FSLN derrocara en 1979 al dictador Anastasio Somoza, enfrenta a cinco candidatos derechistas, desconocidos y tachados de colaboradores del gobierno.
Estos comicios se celebran tres años y medio después de las protestas de 2018 que exigieron la renuncia de Ortega y cuya represión dejó al menos 328 muertos y más de 100,000 exiliados.
Acercándose los comicios, en una ofensiva contra la oposición que comenzó en junio, fueron ilegalizados tres partidos. Siete aspirantes presidenciales y otros 32 activistas sociales, políticos, empresarios y periodistas fueron detenidos, sumándose a unos 120 opositores que aún están presos desde 2018.
“Estaban conspirando, no querían que se realizaran estas elecciones”, justificó el presidente. “Son sembradores de muerte, de odio, de terror (...) Son demonios que no quieren la paz”, aseveró.
En base a leyes aprobadas a fines de 2020, los recientes detenidos están acusados de atentar contra la soberanía, promover sanciones internacionales, “traición a la patria” o “lavado de dinero”, como es el caso de la aspirante opositora favorita, Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios (1990-1997) y quien está en arresto domiciliario.
Un total de 13,459 mesas electorales abrieron a las 07H00 locales (13H00 GMT) para unos 4.4 millones de electores convocados a elegir también a 90 diputados de un Congreso que, igual que todos los poderes del Estado, está bajo control del Ejecutivo.
“No hay por quién votar. Esto es un circo electoral. Si ellos están tan seguros de que el pueblo los quiere ¿por qué echaron presos a los aspirantes presidenciales?”, dijo a la AFP una secretaria de 51 años, bajo anonimato.
Lorena Saborío, de 59 años, una activista sandinista que organiza con una lista que la gente vote en su barrio San José Oriental, mostró su dedo manchado en señal de que votó: “Ni un paso atrás. Este es el gobierno más democrático que hemos tenido”, afirmó.
La atención de los comicios en este país centroamericano de 6,5 millones de habitantes está centrada no en quién ganará, sino en la participación -la oposición llamó a no votar- y en la reacción de la comunidad internacional que considera estas elecciones “no democráticas”.
En algunos centros de votación se formaban pequeñas filas de electores con mascarillas, pero otros lucían vacíos. El FSLN se movilizó casa por casa para llamar a votar, mientras que el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) denunció que existe temor y un control social que intimida a la gente a la hora de votar.
Ortega es señalado por sus críticos de “nepotismo” y de instaurar una “dictadura”. Él acusa a los opositores de “golpistas” apadrinados por Washington.
En Estados Unidos y Costa Rica, donde se refugian miles de exiliados, hubo protestas. Unos 1,000 nicaragüenses marcharon en San José agitando banderas de su país y cantando “¡Viva Nicaragua libre!”.
“Estamos buscando que esa pareja diabólica (Ortega y Murillo) se vaya del país y vuelva la democracia”, dijo Marcos Martínez, uno de los manifestantes.
La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), descalificó previamente los comicios.
El presidente estadounidense, Joe Biden, cuyo país al igual que la UE sancionó al círculo íntimo de Ortega, firmará un arsenal de medidas bajo la Ley RENACER, para aumentar la presión sobre el gobierno de Ortega.
“Le vendieron el alma al imperio hace rato, viven de rodillas pidiendo sanciones contra Nicaragua”, dijo Ortega este domingo, al referirse a los opositores.
La situación en Nicaragua se debatirá esta semana en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que podría suspender al país del bloque regional.
Analistas advierten que un aislamiento empeorará la situación socioeconómica y dispará la migración.
Unos 200 “acompañantes electorales” y decenas de periodistas de países que el gobierno considera “amigos”, como Rusia, fueron acreditados.
Según el observatorio independiente Urnas Abiertas, son “simpatizantes sandinistas” que reemplazan la observación internacional de la OEA o la UE y a medios internacionales.
Unos 30,000 policías y militares resguardan las mesas electorales que cerrarán a las 18H00 locales (00H00 GMT). Según el Consejo Supremo Electoral (CSE), habrá resultados hacia la medianoche.