Daniel Ortega, guerrillero de gruesos anteojos que combatió la dictadura de Anastasio Somoza, se ha convertido cuatro décadas después en el presidente que más tiempo ha gobernado Nicaragua, lo que le ha costado ser comparado con el personaje que él mismo ayudó a derrocar.
Presidió el país por primera vez entre 1985 y 1990, un efervescente período de cambios revolucionarios que le enfrentó a Estados Unidos, y retornó al poder en 2007.
Desde entonces, Ortega, de 76 años, ha sido reelegido en tres ocasiones, todas cargadas de polémica.
En 2011 se pudo presentar a las elecciones gracias a un fallo judicial, ya que la reelección presidencial sucesiva estaba prohibida. Cinco años después gracias a una reforma constitucional que eliminó esa norma. Y el pasado 7 de noviembre con sus principales rivales opositores presos acusados de conspiración al amparo de leyes promovidas por su propio gobierno.
Aunque sus mandatos han estado marcados por una estabilidad macroeconómica, la modernización de la red vial y proyectos contra la pobreza, en 2018 Ortega enfrentó masivas protestas en contra de una impopular reforma del seguro social y denuncias de corrupción.
Tanto las más de 300 muertes que dejó la represión de las manifestaciones como el encarcelamiento de opositores motivaron sanciones internacionales.
De guerrillero al poder
Sus críticos consideran que el gobierno de Ortega está controlado por su familia, empezando por su esposa y vicepresidenta por segundo mandato, Rosario Murillo.
Ellos “sin poder político no pueden sobrevivir”, afirmó el año pasado desde el exilio la hijastra de Ortega, Zoilamérica, quien en 1998 lo denunció por abuso sexual, lo que le valió la ruptura de relaciones con su madre.
El presidente nació el 11 de noviembre de 1945 en el seno de una familia humilde y católica del pueblo minero de La Libertad. De sus tres hermanos solo vive Humberto, exjefe del ejército, quien se ha distanciado de él y vive en Costa Rica.
Monaguillo y con vocación sacerdotal, Ortega abandonó la facultad de Derecho para enrolarse en la guerrilla Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), hoy partido de gobierno.
El mandatario fue uno de los verdugos de su propio torturador durante la dictadura somocista (1937-1979) y purgó siete años de cárcel por robar un banco para financiar la guerrilla, según el periodista Fabián Medina, autor de El Preso 198, un perfil de Ortega.
Tras ser liberado, Ortega se entrenó en Cuba y volvió a Nicaragua, con exilios intermitentes hasta el derrocamiento de Anastasio Somoza.
Para Medina, Ortega llegó al poder por tres razones: desde los 15 años era un joven animado a cambiar la sociedad “por medio de la violencia”, “sobrevivió en ese intento” a diferencia de la mayoría de sus compañeros de armas y mientras que “su personalidad calma y de pocas luces” fue clave cuando se tuvo que escoger a un jefe de Estado “en medio de una lucha de egos de guerrilleros”.
Ortega perdió la elección contra Violeta Barrios de Chamorro en 1990. Y no descansó hasta regresar al poder.