Más de 80 personas murieron en un nuevo baño de sangre del ejército de Birmania, que se conoció este sábado 10 de abril, mientras el propio embajador del país ante Naciones Unidas pidió una “acción enérgica” contra la junta que reprime a los manifestantes.
Birmania está sumida en el caos desde que los militares derrocaron a la líder civil Aung San Suu Kyi en febrero. Los manifestantes se niegan a someterse y exigen la vuelta a la democracia.
Tras más de dos meses de gobierno militar, los esfuerzos por verificar las muertes y confirmar las noticias sobre la represión se ven limitados por el corte de internet de la junta.
Por eso los detalles de la brutal represión en la ciudad de Bago, a 65 kilómetros (40 millas) al noreste de Rangún, tardaron un día entero en aparecer.
Los residentes informaron a la AFP de la violencia de la junta, que les obligó a huir a los pueblos cercanos.
El sábado, la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos (AAPP), un grupo local, confirmó que “más de 80 manifestantes antigolpistas fueron asesinados por las fuerzas de seguridad en Bago el viernes”.
Imágenes filmadas el viernes y verificadas por AFP muestran a los manifestantes escondidos detrás de barricadas de sacos de arena, armados con armas caseras, con el sonido de fondo de explosiones.
Las autoridades se negaron a dejar que los socorristas se acercaran a los cadáveres, dijo un residente. “Amontonaron todos los cadáveres, los cargaron en su camión militar y se los llevaron”, dijo a la AFP.
El periódico estatal New Light of Myanmar culpó el sábado de la represión a los “alborotadores”, e informó de un solo muerto.
Los muertos en Bago se sumarán a la cifra actual de 618 civiles muertos de la AAPP desde el golpe de Estado.
La junta tiene una cifra mucho más baja --248, según un portavoz el viernes-- y ha tachado a las víctimas de “terroristas violentos”.


