El papa Francisco acudió este jueves a Cascais, en Portugal, para dar la última pincelada al mural de 3.5 kilómetros pintado por jóvenes de varias religiones, reclusos y personas sin hogar como una iniciativa del movimiento Scholas Occurrentes, a los que les dijo que “una vida sin crisis no sirve para nada” pero “quedarse en ellas tampoco es bueno”.
El pontífice acudió a este acto previsto en el programa en ocasión de su participación en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ya que el movimiento Scholas Occurrentes es un proyecto educativo presente hoy en 14 países iniciado a principios de la década del 2000 cuando era arzobispo de Buenos Aires.
El mural, que aseguran es uno de los más grandes del mundo, recorre el camino hacia la sede de Scholas en Cascais, que además está decorada, como afirmó el papa, como una moderna “Capilla Sixtina”.
Al final del acto, Francisco pudo dar su toque artístico a una de las paredes de la sede pintando algunos círculos en color verde y con una brocha especial, ya que estaba conectada a un instrumento tecnológico de realidad virtual que permitía seguir a otros jóvenes con sus ordenadores las pinceladas del papa.
Francisco habló con los jóvenes en esta pequeña sala que le contaron sus problemas y este respondió que “la vida sin crisis es aséptica, como el agua destilada, que da asco, porque es una agua sin crisis que no sabe de nada”.
“Una vida sin crisis no sirve para nada, para guardarla en el ropero y cerrar la puerta. Pero las crisis hay que asumirlas y resolverlas porque quedarse dentro de la crisis no es bueno”, añadió Francisco que también regaló un cuadro a la sede con la historia del buen samaritano e invitó a los jóvenes a ser como él.
Este proyecto bautizado “Vida Entre Mundos” “busca plasmar la visión pedagógica del papa Francisco al resaltar la importancia del entre donde acontece el encuentro entre las personas, entre las personas y el mundo, entre el mundo y la vida, es ahí, donde la vida recupera su sentido”, explicaron los organizadores.
En la creación del mural, participaron 100 organizaciones de la comunidad de Cascais, más de 2,000 personas, que en grupos de 5 a 10 crearon de manera colectiva 300 murales que fueron reunidos en una única obra.
A la salida del pequeño edificio de Scholas Occurrentes en Cascais, Francisco, junto con los líderes religiosos presentes, presenció cómo plantaban un olivo de la paz por parte de jóvenes .
Él lo regó y pidió a los jóvenes católicos que recen por él y a los ateos o de otras confesiones que “al menos envíen buena onda”.