Francia decretó ayer el estado de emergencia y el cierre de fronteras, una medida excepcional en tiempos de paz, para tratar de hallar y castigar a los responsables del peor ataque terrorista en su historia y el más grave que haya sufrido el país desde la Segunda Guerra Mundial, que dejó un balance parcial de 161 muertos.
Ataques coordinados por agresores aún no identificados, pero que se sospecha sean extremistas islámicos, ocurrieron simultáneamente en por lo menos seis puntos clave de la capital francesa la noche del viernes.
Dos explosiones se sintieron en las inmediaciones del Estadio de Francia, donde se disputaba un encuentro amistoso de fútbol entre Francia y Alemania, y al que asistía el presidente francés, Françoise Hollande, que debió ser evacuado.
Luego, varios restaurantes y locales nocturnos fueron objeto de tiroteos indiscriminados y una situación de rehenes en la sala de conciertos Bataclán, que se saldó con la muerte de al menos 120 personas antes de que las fuerzas de seguridad irrumpieran.
Líderes mundiales, como el presidente estadounidense, Barack Obama, o el ruso, Vladimir Putin, mostraron su consternación y condena a los ataques, así como su solidaridad con Francia.
Ante la situación de incertidumbre sobre muertos y heridos, las embajadas de los distintos países trabajan para ofrecer información sobre sus nacionales en la capital francesa. El teléfono de la Embajada de Panamá en París es 0031456644.
PEOR ATAQUE
La agresión más letal contra Francia desde la Segunda Guerra Mundial parece haber tomado a todos por sorpresa.
Todo ocurrió entre las 9:00 y las 10:00 de la noche. En París, a esa hora, había toda la actividad nocturna de un viernes otoñal en la Ciudad Luz.
En el Stade de France, las selecciones de fútbol de Francia y Alemania disputaban un partido amistoso.
En la sala de conciertos Bataclán, en el bulevar Voltaire, un concierto de rock metálico se escuchaba en todo su furor.
La sala tiene un aforo para unas mil 500 personas y estaba a reventar.
La banda californiana Eagles of Death Metal tocaba a todo volumen. La concurrencia no notó sino hasta muy tarde que algo terrible había empezado a suceder.
Al mismo tiempo, los restaurantes Carrillon y Le Petit Cambodge, ambos en la Rue Alibert, entre otros, estaban llenos de comensales que disfrutaban del inicio del fin de semana parisino, sin sospechar del inminente baño de sangre que se les avecinaba.
A excepción del Stade de France, ubicado en Saint Denis, en el distrito X, todos los otros lugares donde ocurrieron los ataques están en el distrito XI, muy cerca de donde estaban las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo.
La misma había sido objeto hacía 10 meses de un ataque de extremistas islámicos, supuestamente por las caricaturas poco respetuosas con la figura del profeta Mahoma que había publicado la revista, lo que cobró la vida de 12 personas, entre estos la plana mayor de la publicación.Anoche, casi a la misma hora en aquellos sitios, algo sucedió.
FÚTBOL Y BOMBAS
Poco antes, en el Stade de France, los jugadores y el público, incluido el presidente francés, Françoise Hollande, que había ido a ver el encuentro, sintieron un estremecimiento. Detonaciones. Los jugadores se detuvieron un momento, sorprendidos, pero continuaron por unos minutos. No por mucho tiempo antes de que la gente empezara a ser evacuada y se lanzara a la grama, entre la confusión y el temor.
Pronto se sabría que se trataba de bombas que habían estallado en las cercanías.
El presidente también fue evacuado. Poco a poco se enteraría de la magnitud de lo que estaba pasando.
Un reportero de The Associated Press que se encontraba en el estadio escuchó dos explosiones lo suficientemente fuertes para opacar el ruido de los aficionados. Luego se escucharon sirenas inmediatamente después, y un helicóptero sobrevoló el lugar.
Emilioi Macchio, un italiano oriundo de Ravenna, estaba en el restaurante Carillon tomando una cerveza en la acerca cuando comenzó el tiroteo.
Dijo que no vio a ningún agresor ni a víctimas, pero se escondió tras una esquina y después huyó. “Sonaba como fuegos artificiales”, dijo.
“Nos están matando uno por uno”, alcanzó a tuitear alguien en el restaurante, graficando el horror de lo que ocurría.
METAL MORTAL
En medio de la música atronadora de Bataclán, tres sujetos sin máscara desenfundaron de pronto armas automáticas y empezaron a disparar a la gente.
La situación se tornó caótica. La gente trataba de huir, pero estaba encerrada. Hubo una estampida. La gente trataba de pasar pisando a los otros, para alejarse de las ráfagas que se sucedían en oleadas.
Un oficial del sindicato de policías dijo que en zona del estadio los responsables habían sido dos atacantes suicidas y la detonación de un artefacto explosivo, y que causaron la muerte de al menos tres personas.
Gregory Goupil, de la Alliance Police Nationale, dijo que las explosiones se registraron de manera simultánea cerca de dos puntos de acceso al centro deportivo y en un restaurante McDonalds de los alrededores.
Al menos tres personas murieron por las detonaciones de los explosivos afuera de un estadio, informó en aquel momento la Policía.
‘FRANCIA ESTÁ FIRME’
Hollande, quien fue evacuado del estadio cuando se oyeron las primeras detonaciones, dijo poco después en un mensaje televisado a su país y al mundo que la nación se mantendría firme y unida. “Es una dura experiencia que nuevamente nos aqueja”, dijo.
“Sabemos de dónde viene, quiénes son estos criminales, quiénes son estos terroristas”, expresó, visiblemente emocionado.
Cerca de la 1:00 de la madrugada, las fuerzas especiales de la Policía francesa lograron entrar en Bataclán y conjurar la situación de rehenes. Aquello, dijeron, era un escenario dantesco.
Se informó que unos cuatro atacantes habían sido abatidos en la operación.
ESTADO DE EMERGENCIA
El gobierno de Hollande decretó el estado de emergencia, una medida excepcional creada en 1955 durante la guerra de independencia de Argelia y que ha sido utilizada muy pocas veces desde entonces.
Hollande anunció el “cierre de fronteras” pero el ministro francés de Relaciones Exteriores precisó posteriormente que en estas habrá “controles en los pasos de rutas, ferroviarios, marítimos y aeroportuarios”.
“Los aeropuertos siguen funcionando. Las conexiones aéreas y ferroviarias están aseguradas”, precisó la cancillería.
El estado de emergencia permite además al ministro del Interior imponer detención domiciliaria a toda persona “cuya actividad resulte peligrosa para la seguridad y el orden público”.
Aunque testigos afirman que los atacantes abrieron fuego o arrojaron bombas al grito de “¡Ala Akbar!” (Dios es grande) y de que algunas agrupaciones islamistas radicales se han congratulado en las redes sociales de los atentados, hasta ahora ningún grupo se ha atribuido la autoría de la masacre.
Una posible motivación sería que el Ejército francés bombardea objetivos del grupo Estado Islámico en Siria e Irak, además de combatir a extremistas en África.
Las autoridades francesas están preocupadas además por la amenaza que representan cientos de franceses islamistas radicales que han viajado a Siria y regresado a su patria con habilidades para cometer actos violentos.
El balance de víctimas de ayer por zonas atacadas, según el diario The Guardian, que a su vez cita al fiscal de París, François Molins, es así: Sala de conciertos Bataclan: al menos 120 muertos; estadio de Francia: tres muertos reportados y no se especifica si entre estos se encontrarían los atacantes; en la calle de Charonne: 18 muertos; en el bulevar Voltaire: un muerto; en la calle de la Fontaine au roir: cinco muertos; en la calle Albert: 14 muertos.
Los heridos, hasta anoche, habrían sido unos 120, según el diario Le Parisien.
Molins dijo a The Guardian que la cifra de Bataclán era “muy alta” y que los atacantes (cinco según su contabilidad) habían sido “neutralizados”.
También se reportó que en medio de la zozobra y el miedo, cuando ya corrían los rumores sobre el ataque que se abatía sobre París, mientras eran evacuados los espectadores del estadio de Francia entonaron La Marsellesa.
(Basado en servicios internacionales)
La pesadilla más temida se hizo realidad
Ataques simultáneos y una toma de rehenes, perpetrados por varios hombres armados y al menos un kamikaze: el escenario de pesadilla que temían desde hace meses los servicios antiterroristas, se volvió realidad ayer en París. Durante las últimas semanas, responsables y expertos habían advertido que atentados islamistas de envergadura sin precedentes se estaban preparando contra Francia y que impedirlos sería casi imposible.
“El termómetro ha subido. Hoy [los yihadistas] buscan acciones prolongadas, para que los medios las difundan en directo y les den un máximo de publicidad”, confiaba recientemente a la AFP un alto responsable francés de la lucha antiterrorista que solicitó el anonimato. “Tememos ataques prolongados, con kalashnikov”.
Es exactamente lo que temían desde hace meses las autoridades: una copia en la capital francesa y en versión más dura, del ataque perpetrado en septiembre de 2013 por un comando islamista en el centro comercial Westgate de Nairobi, con saldo de 68 muertos. “Si se encierran en una gran tienda, resulta una pesadilla dar con ellos”, había explicado el responsable.