Estados Unidos espera “más pasos concretos” de Brasil para combatir el cambio climático, y está dispuesto a “apoyar” los esfuerzos del gigante sudamericano para preservar la Amazonía, clave para el bienestar del planeta, señaló esta semana el gobierno de Joe Biden.
“Para el presidente Biden, la asociación con Brasil es crucial para abordar de manera eficaz el desafío global compartido del cambio climático”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, después de una visita virtual el lunes a las Naciones Unidas.
El secretario de Estado estadounidense resaltó además la “notable relación económica bilateral” con Brasil, que cifró en 100.000 millones de dólares anuales.
Biden, un demócrata que apuesta a crear millones de empleos para adaptar la infraestructura y asegurar un futuro de energía limpia, ya invitó a su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, a una Cumbre de Líderes sobre el Clima el 22 y 23 de abril.
El encuentro virtual “subrayará la urgencia, y los beneficios económicos de emprender acciones más firmes” para frenar el calentamiento global, dijo la Casa Blanca sobre la cita, a la que están convocados 40 dignatarios.
Brasil, que concentra más del 60% de la selva amazónica que se extiende por nueve naciones de Sudamérica, registró en 2020 las tasas más altas de deforestación en 12 años.
La ONG World Resources Institute dijo el miércoles que la selva virgen brasileña perdió 1,7 millones de hectáreas en 2020, un aumento del 25% en un año.
La destrucción, que los expertos atribuyen fundamentalmente a la ganadería, el cultivo de soja y la extracción de madera y minerales, amenaza la capacidad del bosque tropical de absorber el dióxido de carbono que permite regular el clima mundial.
Brasil firmó en 2015 el Acuerdo de París, el tratado internacional jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, que busca limitar el calentamiento global a 2° Celsius por encima de los niveles preindustriales y continuar los esfuerzos para bajarlo a 1,5°C.
Bajo el pacto, Brasil se comprometió a tener cero deforestación ilegal y a reforestar 12 millones de hectáreas para 2030.
Pero desde que asumió en enero de 2019, Bolsonaro, un populista de extrema derecha y escéptico del cambio climático, recortó los fondos para programas ambientales y presionó para que tierras amazónicas protegidas fueran usadas para agroindustria y minería.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo a la AFP que Estados Unidos y Brasil necesitan trabajar juntos para aunar la protección ambiental y el crecimiento económico.
“En pocas palabras: esperamos ampliar nuestra cooperación y ver que Brasil tome más pasos concretos para combatir el cambio climático y lograr cero emisiones netas (de carbono) para 2050. Y una enorme parte de eso es detener la deforestación”, señaló.
En su informe 2020, el IMCCS, un grupo de altos militares y expertos de seguridad, dijo que Brasil debe hacer de la lucha contra la deforestación una “prioridad”.
Oliver-Leighton Barrett, principal autor del reporte, confió en que el gobierno de Bolsonaro “devuelva a Brasil a su otrora senda responsable de imperativos ambientales y climáticos y demuestre que el desarrollo no tiene por qué ser a expensas del medio ambiente o la seguridad”.