La exguerrilla FARC enterró su sigla de guerra en la política y en adelante pasará a ser el Partido Comunes, anunció este domingo la formación de izquierda tras celebrar su segunda asamblea desde que firmó la paz en 2016.
Los excombatientes decidieron dejar atrás el acrónimo de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, ante el daño que han causado a su proyección política las disidencias de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que mantienen el nombre de FARC y se marginaron de los diálogos para seguir desafiando al Estado.
“Compartimos la lectura de que el nombre de las FARC genera resistencia en múltiples sectores de la sociedad colombiana, por eso decidimos (...) que nuestro nombre es Comunes”, declaró Fancy Orrego, integrante de la dirección del partido, al término de la asamblea en Medellín (noroeste).
El evento contó con la participación de unos pocos delegados debido a las restricciones por la pandemia y en medio de fracturas dentro de la organización.
Resistido por un ala de la antigua guerrilla, el jefe del Partido Comunes, Rodrigo Londoño, reconoció en días pasados que la sigla FARC evoca “la guerra” y “el dolor” que dejó más de medio siglo de levantamiento armado con millones de víctimas de por medio entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Pero este domingo, el último comandante de la insurgencia marxista cargó además con vehemencia contra el gobierno del presidente Iván Duque, opositor del acuerdo de paz firmado por su antecesor, Juan Manuel Santos.
La implementación del pacto “es víctima de una simulación infame y tramposa” y “se ha venido dilatando y frustrando por la falta de voluntad política del Estado, de este gobierno, y de quienes quieren perpetuar la guerra”, dijo.
Londoño, conocido como Timochenko durante el conflicto, precisó que el partido decidió conservar el símbolo de la rosa en su logotipo.
Así, los antiguos rebeldes quisieron dar un vuelco a su imagen previo a las legislativas y presidenciales de 2022.
En su primera incursión electoral, en 2019, el también conocido como “partido de la rosa” fracasó estrepitosamente y desde entonces se han profundizado las divisiones internas, mientras decenas de excombatientes han caído asesinados.
Según sus líderes, al menos 250 de ellos han muerto en la espiral de violencia que siguió a la firma de la paz. Detrás de la arremetida están las disidencias y otros grupos armados que siguen azuzando el conflicto con los recursos inacabados del narcotráfico y la minería ilegal.