La Conferencia del Cambio Climático de la ONU (COP26) se abrió este domingo bajo el signo de la urgencia, como una cita que representa la “última oportunidad” para atajar el calentamiento del planeta.
La COP26 es “la última y mejor oportunidad para cumplir el objetivo de +1.5ºC”, declaró el presidente del evento, el ministro británico Alok Sharma, en la ceremonia de apertura.
El objetivo de +1.5ºC como límite del calentamiento del planeta fue establecido por la comunidad internacional hace seis años, en el Acuerdo de París (COP21).
Ese objetivo está siendo incumplido y las proyecciones más recientes estiman que el mundo se dirige casi al doble, +2.7ºC.
La COP, bajo la égida de la ONU, es la cita anual para debatir y fijar los compromisos en la lucha contra el cambio climático.
El impacto del cambio climático ya se está sintiendo en forma de “inundaciones, ciclones, fuegos forestales, récords de temperatura”, alertó Sharma. “Sabemos que el planeta que compartimos esta cambiando a peor” explicó el ministro británico.
“No se trata solamente del medio ambiente, sino de la paz, la estabilidad” añadió Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
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Ausencias destacables
La inauguración de la COP26 se produjo paralelamente al cierre de la cumbre del G20 en Roma, que ratificó el objetivo común de cumplir con el objetivo de +1.5ºC.
El Reino Unido ha invitado a 130 jefes de Estado y de Gobierno a expresar sus objetivos y exigencias en Glasgow, durante el lunes y martes.
La pandemia de la Covid-19 y la gran sacudida económica y social que supuso el confinamiento ha alterado profundamente el tablero diplomático, y algunos actores importantes, como el presidente chino Xi Jinping o el ruso Vladimir Putin, han optado por no acudir a la cita.
La COP26 es decisiva en primer lugar porque los países deben reforzar sus compromisos de reducción de emisiones, la principal causa del aumento de la temperatura media del planeta.
Todos los firmantes del Acuerdo de París deberían en principio acudir a Glasgow con sus denominados compromisos nacionales de reducción de emisiones actualizados.
China, que emite más de una cuarta parte de gases de efecto invernadero, reveló sus nuevos compromisos esta semana. El gobierno de Xi Jinping asegura que quiere alcanzar la neutralidad carbono (igual cantidad de emisiones y retenciones) de aquí a 2060.
Pero oficialmente la comunidad internacional se había fijado esa meta para 2050, para que el planeta no entre en un escenario climático imprevisible.
Comprometerse con fechas comunes, con reglas de control mutuamente obligatorias, ser transparentes en la lucha contra el cambio climático, es otro gran objetivo de Glasgow.
El tercero es el compromiso de los países industrializados a ayudar anualmente con 100 mil millones de dólares a los países pobres para que logren mitigar y adaptarse al nuevo clima.
Esos 100 mil millones ya estaban comprometidos en principio para 2020. Faltan aún 20 mil millones, según cálculos del club de países ricos, la OCDE, pero Canadá y Alemania han anunciado un compromiso para que los países ricos normalicen la situación de aquí a 2023.
Falta también un acuerdo en materia de mercados de carbono, un complejo mecanismo para que los países puedan intercambiar cuotas de emisiones.
“Las negociaciones técnicas han sido raras y difíciles de organizar en línea” durante la pandemia de la Covid-19, explica Lola Vallejo, experta del centro de análisis francés Iddri. “Pero el verdadero problema parece ser de orden político. Brasil, el principal país que bloquea la cuestión, necesita garantías de que habrá incitaciones financieras para preservar la selva amazónica”, añade.
Finalmente los ministros de Medio Ambiente o expertos de cada país deberán desarrollar las reglas que fueron anunciadas someramente en el Acuerdo de París de 2015.